Archivos para septiembre, 2009

Señales

viernes, 25 septiembre, 2009

Suena el despertador.  Abres los ojos y ves que junto a ti no hay nadie.  Te levantas.  Te vistes pensando cuándo te podrás quitar esa ropa de nuevo.  Desayunas sin nadie que te acompañe en esos primeros minutos del día.  Te subes al metro y, a pesar de la gente que te rodea, te falta algo.  Comienzas a subir las escaleras mecánicas y ves que por el otro lado baja una persona que momentáneamente hace que tu corazón se acelere.  Esbozas una sonrisa.  Inconscientemente buscas una señal que te diga que has encontrado el amor y que te haga darte la vuelta para coger su mano.

¿Dónde encontramos el amor?  Nadie sabe dónde encontrarlo, si lo supiéramos, todos sabríamos dónde mirar y no tendríamos que estar buscándolo desde el momento en que salimos de casa, ni tendríamos que hacer nuevas actividades extracurriculares para conocer a gente nueva, ni siquiera tendríamos que estar dados de alta en portales de Internet donde elaboran un perfíl para encontrar a la pareja más afín a tu personalidad.  Bastaría con ir al sitio concreto, a la hora en cuestión, el día indicado.

Patrick Hughes nos muestra esta búsqueda del amor en su película «Signs» (señales), la cual presentó a concurso en el Festival Schweppes de cortometrajes de este año.  Este cortometraje de apenas doce minutos nos muestra cómo una persona busca ese amor que no termina de encontrar.  Cómo busca cualquier señal para acercarse a la otra persona y entablar una conversación que pueda llevarlos a una relación.  Cómo cambia nuestra vida cuando encontramos a esa persona que nos llena por completo.  Y cómo cambia drásticamente nuestra vida, y lo que antes era apatía y aburrimiento ahora es energía y derroche de simpatía y humor.

Sin embargo, en algunas ocasiones, nuestros miedos y creencias nos hacen desperdiciar oportunidades de oro que no volverán a repetirse jamás.  Así, cuando la otra persona desaparece fortuitamente de nuestra vida sin haber podido dar ese paso que nos hubiera llevado a una relación, nuestra vida se viene abajo.  Nos sentimos abatidos, perdemos esa energía y ese vigor que nos impulsaba hasta hace pocos días y nos fustigamos por haber perdido la ocasión de nuestra vida, porque no sabemos cuándo volveremos a tener otra ocasión igual.

¿Y cuál es la manera de proceder para conseguir el amor?  El tener confianza en uno mismo es un buen comienzo.  Muchas personas tiran su imagen por los suelos ante un reto semejante, evitando pasar a la acción: soy de estatura baja, tengo algunos kilos de más, tengo poco pelo…  Lo curioso es que nadie les ha dicho que la otra persona no esté buscando alguien con esas características o cualidades luego ¿qué hace que se lo digan a si mismos? Tal vez la falta de autoestima.

Para comenzar a elevar nuestra autoestima podemos comenzar por preguntarnos: ¿cuáles son mis cualidades?  De esas cualidades ¿cuáles son las que más gustan entre el sexo opuesto?  Cuando he pedido a alguien para salir ¿siempre me ha dado una respuesta negativa?  En aquellos casos en los que la respuesta fue positiva y comencé una relación ¿qué hice para que su respuesta fuera afirmativa?

Para pasar a la acción, y no dejar pasar esta oportunidad, nos pueden ayudar  preguntas del tipo:  ¿Cómo me sentiré si no salgo con esa persona?  ¿Y cómo me sentiré si consigo salir con ella? ¿Cómo mejorará mi vida actual con esta persona?

En cualquier caso la última escena del cortometraje nos puede ayudar a visualizar nuestro objetivo de forma más fácil, nos puede ayudar a ver lo que queremos conseguir, ese lugar al que quiero llegar: el corazón de la otra persona.

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Aulas democráticas

martes, 15 septiembre, 2009

Las aulas han sido durante muchos años el lugar donde los adolescentes recibían los conocimientos que les permitían formarse para su futuro, sin embargo, desde hace unos años nuestra percepción de las aulas ha cambiado.  A fecha de hoy las aulas parecen ser el campo de batalla de los jóvenes, el entorno donde pueden acosar a otros compañeros, mantener peleas entre bandas rivales e incluso donde burlarse de la máxima autoridad: el profesor.

Durante muchas generaciones la educación en nuestro país estuvo basada en la «educación napoleónica«, donde el profesor, subido en su tarima, impartía sus conocimientos sentando cátedra. El profesor era la mayor autoridad en el aula, se hacía y deshacía a su antojo, impartiendo castigos cuando el comportamiento de sus pupilos era inapropiado para ese entorno.

Como alternativa a esta educación napoleónica surge la «educación democrática«, la cual nace a raíz de las leyes educativas socialistas donde se dio orden de poner al profesorado al mismo nivel que los alumnos, es decir, los pupitres de los alumnos están a la misma altura que el profesor.

No existe duda de que la supresión de la tarima hace que el profesor esté más cerca del alumnado, se integre entre ellos; sin embargo, y teniendo en cuenta la psicogeografía, este cambio varía la relación geográfica entre los miembros del grupo ejerciendo una importante influencia no verbal, tanto sobre el proceso del grupo como sobre las relaciones entre sus miembros.

El cambio de «estar arriba» a «estar abajo» hace que la percepción de los alumnos con respecto al profesor cambie.  Ahora el profesor está a su mismo nivel y, por tanto, no tiene autoridad sobre ellos, pasando a regirse el aula por la ley del más fuerte.

Esperanza Aguirre comentaba en un programa de televisión matutino que «van a enviar a la Asamblea un proyecto de Ley de Autoridad del Profesor de modo que se revista al profesor de autoridad y se le envista de un estatus superior al que en estos momentos tienen los profesores y catedráticos de institutos«.

Hay que tener en cuenta que si no se cambia la psicogeografía actual entre el profesor y el alumno, es posible que el crear una Ley de Autoridad del Profesor para resolver este asunto tan candente en las aulas sea poco efectivo.

Tal vez la mejor manera de proceder para devolver al profesorado su autoridad no sea a través de leyes racionales que hacen que el profesor tenga autoridad «porque lo dice la ley«, sino a través de la psicología humana, y en este caso de la psicogeografía, es decir, devolviendo la tarima al profesor.

Adicionalmente sería conveniente desarrollar las habilidades interpersonales y pedagógicas del profesorado, así como formarles en la utilización de técnicas y herramientas de coaching para que puedan ser los gúías que ayudan y dirigen a sus alumnos en el camino que va desde un determinado estado presente hasta el deseado, proporcionándoles el apoyo con respecto al entorno en el que tiene lugar el cambio del alumno.

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