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El turismo rural activo

domingo, 10 agosto, 2008

Publicado en Agrovia (noviembre de 2003)

El número de viajeros que han pernoctado en alojamientos de turismo rural durante los cuatro primeros meses de este año ha crecido en un 50% con respecto al mismo periodo de 2001, sin embargo, el grado de ocupación [1] ha caído en un 8%.

La mayor concienciación de los urbanitas por el medio ambiente, las ganas de huir del asfalto de la gran ciudad y la necesidad de relajarse en un entorno más amable han hecho del turismo rural una alternativa para la evasión durante los últimos años.

El número de viajeros que han optado por alojarse en el medio rural ha ido en aumento desde 2001 hasta llegar a los 212.315 viajeros en agosto de 2003 [2], la cifra máxima registrada hasta el momento.

El aumento en la demanda de este tipo de alojamientos ha sido una buena excusa para evitar la despoblación de muchas zonas rurales y un incentivo para promover las ayudas provenientes de Bruselas o las diferentes Comunidades Autónomas.

Estas ayudas han permitido que muchas familias pudieran realizar inversiones para rehabilitar edificios rurales que apenas se mantenían en pie o transformar la casa familiar en un alojamiento de turismo rural, evitándose de esta manera la despoblación de estas zonas y aumentando los ingresos de los negocios locales.

Sin embargo, el número de plazas disponibles durante los cuatro primeros meses del año ha crecido en un 73.17% respecto al mismo periodo de 2001 lo cual, inevitablemente, ha provocado un descenso en el grado de ocupación a nivel general.

Si bien es cierto que hay Comunidades Autónomas cuyo grado de ocupación puede superar el 80% en los meses estivales (Principado de Asturias, 85.85% en agosto de 2002) no es menos cierto que esta ocupación puede verse reducida a cifras que no superan el 5% en los meses de invierno (Comunidad Valenciana, 4.68% en enero de 2002).

Estas fluctuaciones tan drásticas a lo largo del año hacen que el grado de ocupación medio no supere el 38% (Illes Balears: 37.97% en el año 2002) en el mejor de los casos, por lo que se aprovechan los meses estivales para minimizar las pérdidas.

No obstante hay Comunidades Autónomas donde el grado de ocupación medio roza el 16% (Castilla – La Mancha: 16.32% en el año 2002), lo cual hace que por lo menos uno de los cónyuges deba tener un trabajo fuera del negocio familiar para poder subsistir y hacer frente a los pagos mensuales.

Por lo tanto, uno se puede preguntar ahora si toda la inversión realizada en estos alojamientos ha sido justificada, si hubo algún estudio por detrás que realmente confirmara que el retorno de la inversión era el correcto o, por el contrario, ese dinero fue otorgado a fondo perdido.

Independientemente de la respuesta, lo que hay que procurar es que esos negocios sean rentables y productivos, y no que dentro de cinco años pasen a ser una casa más del pueblo, habiendo así subvencionado la restauración de una vivienda familiar.

El objetivo es, no sólo el incrementar los ingresos de ese alojamiento, sino el crear nuevos negocios paralelos o fomentar los ya existentes, aumentando así la renta de todos los habitantes de esa localidad y fomentando la llegada de nuevos residentes.

La supervivencia de los alojamientos rurales está en juego. Ya no vale con estar ahí, hay que tener un cierto encanto, ofrecer la posibilidad de reservar las habitaciones a través de Internet, tener más calidad que la competencia y ofrecer servicios alternativos durante la estancia.

El mayor conocimiento de los viajeros sobre lo que debe ser y ofrecer un alojamiento rural hace que los alojamientos deban cuestionarse estos nuevos retos y ofrecer servicios adicionales al mero servicio de habitaciones, de restauración o información.

El alojamiento debe fomentar las actividades tanto culturales como de turismo activo por su zona, un servicio totalmente complementario con la estancia en su alojamiento. Sin embargo, más del 60% (61.02%) de los alojamientos encuestados [3] no ofrecen ningún tipo de actividad, si bien la mitad de ellos ofrecen información sobre la zona y las actividades que pueden realizarse en ella.

De los alojamientos que ofrecen algún tipo de actividad, sólo el 13% (13.33%) preparan dichas actividades por iniciativa propia, principalmente porque tienen un negocio paralelo al alojamiento (equitación, charter de vela) o porque tienen una formación que les permite ofrecer estas actividades (observación de flora, talleres).

Sin embargo, y aunque todavía son muy pocos los alojamientos que incluyen actividades, la gran mayoría subcontratan estos servicios a terceros. Esto es debido en gran medida a la especialización de esas empresas y a los altos costes en materia de seguros y equipamiento técnico necesarios para la correcta realización de la actividad.

El senderismo, las rutas a caballo y las rutas en BTT siguen siendo las actividades más demandadas, juntas suman más del 50% (53.57%) de las peticiones realizadas, si bien durante estas fechas estivales las actividades más solicitadas en Internet [4] son barranquismo, viajes en globo y parapente.

Es muy probable que el sedentarismo en el trabajo haga que la mayoría de los viajeros quieran realizar actividades tranquilas y que requieran de poco esfuerzo físico, pero no es menos cierto que cada día se demanda más un turismo más activo donde el viajero pueda descargar parte de la adrenalina acumulada durante la semana.

De este modo, el turismo activo debería complementarse con el turismo rural y los ayuntamientos deberían estudiar la viabilidad de permitir ciertas actividades muy demandadas (1.724 peticiones / mes de actividades de quads en Madrid [5] y las cuales podrían hacer crecer la renta de los habitantes de su municipio.

Dicho esto, también hay que tener en cuenta el medio ambiente y la destrucción que ciertas actividades como los quads o los 4×4 provocan sobre el terreno. Es por ello que más de una Comunidad Autónoma ponga ciertas pegas a la hora de permitir el acceso de estos vehículos a sus zonas naturales.

En este sentido se debería estudiar la forma de poder crear el equilibrio entre la demanda de realizar ciertas actividades que pueden perjudicar al medio ambiente y el crecimiento de un municipio. El equilibrio entre ambas partes permitirá el desarrollo económico y social de las zonas rurales sin destruir esas zonas naturales que cada día tienen más valor.

El desarrollo sostenido de las zonas rurales es posible. Los alojamientos de turismo activo deben comenzar a tener en cuenta que los viajeros actuales demandan cada vez más un turismo más activo, mientras que los ayuntamientos deben tener en cuenta que las ayudas económicas se han terminado y a partir de ahora deben utilizar la imaginación para seguir desarrollando su municipio y aumentando la renta de sus habitantes.

[1] Relación en porcentaje, entre el total de las pernoctaciones y el producto de las plazas por los días a que se refieren las pernoctaciones incluyendo las camas supletorias

[2] Datos del Instituto Nacional de Estadística.

[3] Datos equivalentes al 3% de una muestra de 2.073 alojamientos contactados.

[4] Datos obtenidos del número de impresiones de www.activartis.com para diferentes actividades clave.

[5] Datos obtenidos del número de impresiones de www.activartis.com para diferentes actividades clave.

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