Relato del león

6 enero, 2009 por mycoach

Hay un relato Zen sobre un león que estaba completamente convencido de su dominio sobre el reino animal.  Un día decidió comprobar si el resto de animales sabían que él era el rey de la jungla. Estaba tan seguro de su posición que decidió no hablar con las criaturas más pequeñas.  En cambio, fue directo al oso. «¿Quién es el rey de la jungla?» preguntó el león. El oso replicó, «Por supuesto, nadie más que tú, señor.»  El león dio un gran rugido de aprobación.

El león continuó su viaje y se encontró con el tigre.  Preguntó a la criatura rayada, «¿Quién es el rey de la jungla?»  El tigre rápidamente respondió, «Todos nosotros sabemos que tú eres el rey.»  El león dio otro rugido de placer.

El siguiente en su lista fue el elefante.  Alcanzó a la gran bestia al borde de un rio y le preguntó la misma pregunta: «¿Quién es el rey de la jungla?»  El elefante alzó la trompa, agarró al león, lo lanzó por los aires, y lo estampó contra un árbol. Después de un rato lo pescó del árbol y lo aporreó contra el suelo, luego lo levantó una vez más y lo tiró al río. Cuando el gran gato jadeó por una bocanada de aire, el elefante lo sacó, lo arrastró por el lodo, y finalmente lo dejó tendido sobre unos arbustos.  Sucio, golpeado, contusionado y maltratado, el león luchó por ponerse sobre sus pies.  Miró al elefante a los ojos con tristeza y dijo, «Mira, sólo porque no sepas la respuesta, esa no es razón para que seas tan mezquino.»

Como sugiere el relato de la jungla, el cambio no es un proceso simple, ni tampoco uno cómodo. El desprenderse de hábitos es un proceso que puede provocar ansiedad en las personas.  Al igual que el león, muchos ejecutivos se aferran a su lógica personal, por muy ilógica que esta pueda ser para la lógica de otros. En vez de hacer un esfuerzo por cambiar, se ciñen a su status quo, incluso aunque terminen arrastrados por el lodo y miserables.

Para cumplir con su papel, el ejecutivo necesita poner el interés de la organización delante de sus intereses propios; hablar a la imaginación colectiva de la organización, motivando a la gente para que den lo mejor de ellos mismos y más; encarar la realidad tal y como es, no como les gustaría que fuera; y estar lo suficientemente seguro de sus propias habilidades como para no tener miedo a animar y desarrollar a las siguientes generaciones de líderes.

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Esta entrada fue publicada el martes, 6 enero, 2009 a las 13:38 por mycoach y está en la categoría coaching ejecutivo. Puedes seguir cualquier respuesta a esta entrada a través del feed RSS 2.0. Tanto comentarios como pings están actualmente cerrados.

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