Archivos para agosto, 2009

Me han despedido

lunes, 31 agosto, 2009

Me han despedido es una de las frases que cada día se oye más en cualquier conversación o grupo de amigos con el que te juntes para tomar una cerveza.  Cada día es menos inusual encontrarse con alguien a quien acaban de despedir o incluso escuchar que a Fulanito o Menganito lo han despedido de su empresa y ahora está en paro.

La caída del consumo y la inversión hace que las empresas se planteen la viabilidad de mantener abiertas plantas de producción poco rentables e incluso departamentos con excedentes de personal.

En épocas más voyantes la empresa podía dedicar este tiempo de menor productividad para formar a la plantilla en habilidades técnicas o interpersonales necesarias para su desarrollo profesional y como líder.  Sin embargo, en estos momentos las empresas tienen una prioriodad: reducir gastos.

Dentro de la reducción de gastos los salarios de los empleados son un gasto fijo importante a tener en cuenta.  Aquellas empresas con una mayor conciencia social y unas cuentas más saneadas pusieron en funcionamiento a principios de este año unas medidas dirigidas a la contención del despido de sus empleados.  Entre las medidas adoptadas se puede destacar el aumento moderado de los salarios -en parte debido al IPC del año pasado- o pedir la reducción voluntaria de un porcentaje determinado de su salario.

Obviamente, estas medidas tienen un efecto temporal si no cambia el entorno desfavorable al que se enfrentan las empresas españolas, por lo que ahora nos encontramos con muchas empresas que para sobrevivir tienen que seguir reduciendo gastos, por tanto reducir forzosamente el salario a sus empleados, o despedirlos a través de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal o definitivo.

El despido de empleados debe tener en cuenta el equilibrio organizacional de la empresa y, por tanto, tendrá que darse en los diferentes niveles de la pirámide jerárquica. Esto quiere decir que cualquier persona que no sea rentable para la empresa, que no tenga unos conocimientos técnicos altos para desarrollar su trabajo y cuyas habilidades interpersonales no coincidan con su cargo pueden tener su puesto de trabajo en la cuerda floja.

Es cierto que el rechazo nos puede generar una sensación de rabia y malestar.  A nadie le gusta que le den calabazas, y mucho menos sentirse prescindible en el lugar de trabajo.  Estos sentimientos que aparecen en estos momentos tan cruciales de nuestra vida son importantes para nosotros y es bueno saber gestionarlos para que no nos afecten a la hora de negociar nuestro despido.

La negociación de un despido no sólo implica salir de la empresa con una indemnización justa con relación a nuestros años de trabajo para la empresa, sino que en algunos casos puede significar el negociar que el despido lleve asociado la posibilidad de recibir el paro durante un tiempo, o una ayuda por parte de la empresa para encontrar trabajo en otra empresa, o cualquier otra cosa que nos parezca importante.

El coach no sólo puede ayudar en una negociación empresarial entre las partes implicadas para ayudarles a definir sus objetivos y buscar los puntos en común sin llegar a disputas legales en la medida de lo posible, sino que también puede servir para ayudar a identificar si recolocar o despedir a los empleados y cómo recolocarlos dentro de la empresa.  También  en los procesos individuales puede ayudar a aprender a gestionar las emociones e identificar los objetivos de la negociación, así como aclarar lo que quiero hacer en esta nueva etapa y planificar lo que hay que hacer para conseguir mis nuevos retos.

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Dar consejos

lunes, 24 agosto, 2009

¿Quién no ha dado en algún momento de su vida un consejo a alguna persona cuando ha sentido que esta había perdido el rumbo y necesitaba redireccionamiento?  Dar consejos es algo que a todos se nos da muy bien y… «el que esté libre de pecado que lance la primera piedra».

A lo largo de nuestra vida solemos tener la fortuna de encontrar un interlocutor que quiere tratar algún asunto sobre el que tenemos cierta experiencia.  En estos casos, es posible que a los pocos minutos de oír su discurso es posible que lancemos nuestra ofensiva de consejos para que sean escuchados y asimilados por el receptor de nuestro mensaje.

Al finalizar nuestro discurso es posible que nos sintamos bien: «he hecho lo que tenía que hacer».  Tal vez hasta nos sintamos aliviados: «la próxima vez ya no me vendrá llorando».  Es posible que hasta con más experiencia y mundo que la otra persona: «sin mi experiencia y conocimientos esta persona no es capaz de sobrevivir en esta jungla».  Incluso realizados y libres de culpa: «yo ya se lo he dicho, ahora que haga lo que quiera».

Efectivamente, las razones por las que nos sentimos impulsados a dar consejos a las personas que nos rodean pueden ser muchas y muy variadas.  Es más, seguro que mientras leemos estos párrafos se nos haya ocurrido una nueva razón para no dejar este hábito.

Esta forma de actuar no es ni buena ni mala, a lo sumo depende de dónde y con quién la apliquemos.  Sin embargo me gustaría llamar la atención del lector en dos puntos con los que se puede sentir reflejado: (i) cómo me afecta cuando no me hacen caso y; (ii) qué impide que la otra persona ponga en práctica mis consejos.

Independientemente de la experiencia que tengamos en el tema; la lógica y entusiasmo que pongamos en nuestro discurso; los datos científicos, estadísticos, o imágenes impactantes que aportemos; nuestros consejos pueden ser ignorados, lo cual puede hacer que nos sintamos frustrados, incomprendidos o que aparezcan otros sentimientos en mi, como la rabia.

Si bien los sentimientos están ahí y será su análisis lo que nos permita comprenderlos y llegar a gestionarlos para que no interfieran en mi vida, tal vez lo que haya hecho que nuestro discurso no haya tenido efecto alguno sea: (i) que no hayamos escuchado de forma activa el asunto que quería tratar la otra persona; (ii) que nuestro discurso no tenga presente las motivaciones que harán que esa persona se ponga en acción.

Aunque hayamos tenido en cuenta todo lo dicho hasta el momento, es muy importante tener presente el papel que juega nuestro interlocutor en todo este asunto.  Por eso es imprescindible percibir si dicha persona está disponible en ese momento para llevar a cabo un cambio en su vida.

Algunas de las lecciones que podemos aprender de todo esto es (i) que no siempre las personas que vienen a comentarnos algo están preparadas para realizar un cambio en ese momento; (ii) que el escuchar de forma activa puede permitirnos hacer preguntas poderosas que hagan que la otra persona se dé cuenta de la solución; (iii) que más que consejos las personas buscan de nosotros que les aportemos aquellas opciones y alternativas que ellos no han sido capaces de encontrar debido a su bloqueo mental temporal.

Tal vez la máxima del día pueda ser «el mejor consejo es aquel que no se da, sino que sale de uno mismo«.

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Ruptura de pareja

jueves, 20 agosto, 2009

La ruptura de una pareja suele ser el resultado de una relación en la que los problemas de pareja no se han podido solucionar, las diferencias entre los enamorados siguen aumentando y el seguir compartiendo la vida juntos es una tarea inviable para ambos.

Una ruptura puede ocurrir en cualquier momento del año, si bien aquellas personas que quieren alejarse un tiempo para meditar sobre la situación suelen hacerlo antes de las vacaciones estivales para así aprovechar los lugares de veraneo para olvidar el pasado y conocer a gente nueva.

Aunque también están las parejas que rompen después de esta época debido en gran medida al número de horas que los amantes pasan juntos en comparación con el resto del año, siendo en la distancia corta donde algunas personas notan que tienen que desarrollar sus habilidades interpersonales.

Los matrimonios con hijos comentan que son estos quienes evitan que se rompa la unión marital; otros argumentan que es la parte económica lo que evita la separación, en especial en esta época de crisis; los más románticos siguen argumentando que es el amor lo que hace que las parejas sigan unidas; algunos comentan que es la afinidad entre ellos lo que hace que sigan juntos; y los que basan su matrimonio en sus creencias religiosas afirman que «lo que ha unido Dios, que no lo separe el Hombre«.

Sin embargo, cuando hablamos de una pareja de novios, muchas de las razones expuestas anteriormente no tienen sentido alguno para ellos, por lo que la separación es algo que está a la orden del día debido a la ausencia de ciertos compromisos que todavía no han llegado a adquirir.

De esta forma, los enamorados comienzan a alejarse el uno del otro por diversos y variados motivos, desde miedos fundados o infundados por una de las partes; pasando por malentendidos provocados por la comunicación; hasta llegar a la falta de confianza e insatisfacción por no ver cumplidas las expectativas de una de las partes.

Aunque no toco el tema de creencias, por norma general nos sentimos más cómodos cuando estamos cerca de personas que tienen creencias afines a las nuestras, si bien hay que tener presente que nuestras creencias varían con el tiempo si estamos abiertos a ello, y las creencias que tenía ayer puede que no sean las que tenga mañana.

Aún con todo esto, algunas parejas se preguntarán si realmente es posible evitar una ruptura en estas circunstancias.  La respuesta es que si, es posible.  Para ello debo seguir desarrollando mis habilidades interpersonales como la empatía y la comunicación, al tiempo que busco una pareja con valores que me parezcan importantes en una persona y que me acerquen a ella.

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Negociación

miércoles, 19 agosto, 2009

La negociación es una actividad que parece muy complicada de llevar a cabo y donde pocos son los elegidos para triunfar, aunque para aquellas personas que entiendan que negociar es «hoy cedes tú, y mañana yo» puede ser algo muy sencillo.

Como dice Roger Fisher de la Harvard Law School, la negociación puede darse en cualquier lugar y momento del día, desde cuando negociamos en el banco una hipoteca, hasta cuando negociamos con nuestra pareja dónde ir a cenar esa noche o qué película de cine ir a ver juntos.

Si dos personas quieren una misma naranja, la solución que suele darse con mayor frecuencia es que se divida la naranja en dos mitades y se dé una a cada persona.  Esta solución no es mala, si bien la negociación permite que ambas partes obtengan un resultado más satisfactorio.

Para obtener este resultado donde ambas personas ganen «win-win«, el buen negociador debe tener en cuenta: (i) saber lo que yo quiero; (ii) saber lo que quiere la otra persona y; (iii) encontrar los puntos en común.

El coaching nos permite identificar de forma clara y precisa los objetivos que nosotros queremos, a saber qué quiero.  También nos ayuda a la hora de averiguar qué es lo que quiere la otra persona a través del desarrollo de habilidades como la empatía, la comunicación, la escucha activa y las preguntas abiertas.

Una vez hemos identificado los objetivos y necesidades de ambas partes podemos buscar los puntos en común entre ambos y llegar a un acuerdo que permita que ambas partes ganen.  En el ejemplo anterior, una de las partes podía querer la pulpa de la fruta para comérsela, mientras que la otra podía querer la piel para hacer una tarta.  El nuevo acuerdo puede ser mucho más beneficioso que el primero, aunque en un principio el primer acuerdo no parecía malo del todo.

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Mejorar la comunicación

martes, 18 agosto, 2009

La comunicación está presente en nuestras vidas desde el momento en que nacemos y damos nuestro primer llanto para comunicar a las personas que se encuentran en la sala de partos que nuestros pulmones funcionan correctamente y que estamos bien.

Durante los siguientes meses los bebes se comunican con el resto del mundo a través de sus llantos, siendo los padres quienes tienen que interpretar si tienen hambre, frío, calor o algún problema que requiera llevar al pequeño infante al pediatra.

Con el paso del tiempo los retoños comienzan a balbucear sus primeras palabras, aunque sigue siendo la comunicación no verbal y los gestos del niño los que dominan la comunicación con el resto del mundo.  Hasta pasados un par de años estos diablillos no comienzan a dominar la lengua materna.

Sin embargo, ya pueden haber pasado diez, veinte, o más de treinta años, que los mensajes que transmitimos a nuestros receptores pueden encontrarse con interferencias que provocan en el mejor de los casos anécdotas jocosas, mientras que en otras ocasiones dan pie a malentendidos con final desastroso.

Por ejemplo, hace unos días mientras hacíamos una excursión por un camino polvoriento nos cruzamos con dos personas que venían en sentido contrario equipados con sus botas de montaña, pantalones de senderismo, y uno de ellos cargado con una mochila a sus espaldas.

Uno de nuestros acompañantes pregunto al verlos «¿Venís de escalada?».  La respuesta del porteador fue un perplejo pero rotundo «No«.

El atuendo que llevaba la pareja de deportistas no era, efectivamente, de escalada; sin embargo, el camino por el que llegaban pasaba por Escalada, por lo que me atreví a añadir a la frase de nuestro acompañante… «de Escalada, el pueblo«.

Entre alguna que otra sonrisa por lo anecdótico de la situación, ambas partes sintonizaron sus canales en la misma frecuencia y la comunicación fluyó a partir de ese momento con información que nos permitió replanificar el resto de la ruta evitando algunos contratiempos por el camino.

Si bien la presente anécdota no tiene mayor importancia ni reviste gravedad alguna para ninguna de las partes involucradas, si nos permite mostrar la importancia que tiene sintonizar el canal con la otra persona para tener una comunicación eficaz.

Si la comunicación es importante en nuestra vida personal para evitar malentendidos con nuestros familiares, amigos y gente con la que nos encontramos diariamente, no lo es menos en nuestra vida profesional, ya que en ella los malentendidos pueden dar como consecuencia pérdidas económicas para la empresa en la que trabajamos.

Por ello, antes de asumir que el otro ha dicho algo, es importante refrasear lo interpretados con un «si no te he entendido mal…«.  Esto implica que estamos escuchando de forma activa a nuestro interlocutor y que realmente queremos entender a la otra persona y no dar nada por asumido para evitar cualquier tipo de malentendido que nos muestre un mapa erróneo de la otra persona.

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Niños, clones del comportamiento

lunes, 17 agosto, 2009

La genética puede hacer que nuestros retoños tengan cierto parecido físico con alguno de sus progenitores en función de cómo la naturaleza aplique las leyes de Mendell (color de los ojos, del pelo, la piel…).  Sin embargo, el comportamiento de un niño parece venir determinado fundamentalmente por lo que aprenda de su entorno.

Estos personajillos que apenas levantan medio metro del suelo son auténticos clones del comportamiento de las personas que tienen a su alrededor.  Su capacidad de observación les hace no perder detalle de lo que pasa en su entorno y, lo que para nosotros puede ser un detalle insignificante, o un comentario sin importancia, puede tener una gran repercusión y efecto sobre ellos.

Las personas que tienen a su alrededor son la fuente de inspiración de estos duendecillos, siendo los padres y los familiares más cercanos las personas que más influencia tienen sobre sus comportamientos iniciales. Serán estas personas, y en especial los padres, quienes durante la infancia les irán enseñando cómo deben comportarse en cada lugar, con las personas que les rodean -desde abuelos a amiguitos del parque- al tiempo que les inculcan sus creencias y valores, permitiendo así que se vaya formando la identidad del pequeño tal y como demuestra la publicidad de una de las campañas de la NAPCAN.

Si bien no soy nadie para decir cómo tienen que educar los padres a sus hijos, la experiencia adquirida en mi trabajo con personas que quieren cambiar sus hábitos para conseguir algún objetivo en su vida, me permite afirmar que los comportamientos de las personas se pueden cambiar, y que la ausencia de ciertas creencias y limitaciones en los niños permite a sus padres obtener resultados asombrosos en muy pocos minutos.  Nadie desmiente que educar a un hijo sea tarea sencilla, sin embargo es posible cambiar esos comportamientos «inadecuados» de nuestros hijos en lugares determinados.

Un pequeño ejercicio de observación para llevar a cabo en esta época estival mientras disfrutamos de los «bermuts«, la playa, el ocio y el tiempo libre y el cual nos permitirá saber cuáles son nuestros comportamientos más comunes en la mesa, a la hora de tratar con la gente, y en general con todo aquello que nos rodea, es el de observar a nuestra prole durante unos minutos e identificar los comportamientos que nos llamen la atención para el lugar donde nos encontramos y la gente con la que estamos.  Luego debemos identificar de quién ha adquirido dichos comportamientos, seguro que no anda muy lejos el truhán.

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