Archivos para julio, 2010

Chicos malos

viernes, 23 julio, 2010

Las novelas baratas nos muestran héroes despiadados o villanos que cambian su manera de ser tan sólo por amor a la heroína.  Esta forma de ver las relaciones de pareja es bastante popular en los relatos de ficción, haciendo en algunos casos que las ventas de ejemplares se disparen, pero al poner los pies sobre la tierra vemos que este tipo de relaciones no funcionan porque ¡el chico nunca cambia!.

Los hombres buenos, es decir, considerados, educados, abiertos, vulnerables, generosos, atentos, apreciativos, cálidos, dulces, y expresivos con sus afectos, que no han podido mantener una relación con la mujer que deseaban porque ésta se ha ido con el «chico malo» suelen afirmar que «las mujeres no quieren un hombre bueno, sino uno que las trate mal«.  Sin embargo, las mujeres, al igual que la mayoría de las personas, quieren estar con una persona buena, que las respete y las trate bien.  Entonces ¿cómo es posible que no estén con los chicos buenos?

Está claro que las mujeres quieren que se las trate bien, pero al mismo tiempo y casi con más fuerza quieren sentirse especiales.  Así, cuando un hombre es bueno con ellas, están contentas y agradecidas, pero cuando el hombre es amable y bondadoso con el resto de la gente, ellas comienzan a preguntarse «¿cómo podré saber si realmente me ama a mi?«.  Es entonces cuando comienzan a buscar pruebas de ese amor verdadero ¿y qué más sencillo que encontrar a un hombre malo que cambie por amor?

De esta forma algunas mujeres quieren ser tratadas bien por hombres que no son buenos, hombres cuya única razón para ser buenos sería el estar obligados a cambiar por amor hacia esa mujer especial.  Esto garantiza a la mujer que ellos han cambiado por amor y que las quieren sólo a ellas, sin embargo, con el tiempo, ella volverá a preguntarse ¿dónde me equivoqué?

Para evitar este tipo de situaciones podemos utilizar un coach, quien nos ayudará a identificar la pareja que buscamos, al hombre que nos haga vibrar o a esa mujer que nos llene y que nos permita volver a enamorarnos.

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Crash n burn

miércoles, 21 julio, 2010

¿Cuántas veces un hombre se ha acercado a una mujer con el objeto de entablar algo más que una conversación y ésta lo ha rechazado de manera casi fulminante?  Ejemplos de hombres que fracasan en su intento por conquistar a una mujer los encontramos cada vez que salimos a tomar una copa.

El fin de semana pasado, sin ir más lejos, tuve la ocasión de comprobar cómo tres hombres se estrellaban de forma estrepitosa al intentar abordar a una mujer que entró con sus amigas en el local en el que nos encontrábamos.  Apenas este grupo de chicas había cogido las copas en sus manos, el «macho alfa» de uno de los grupos contiguos se acercó a una de ellas por detrás, la tocó en el hombro y comenzó su discurso.  No sé lo que la diría, pero no pasaron ni treinta segundos antes de que la joven le diera las gracias por el intento y lo mandara de vuelta con sus amigos.  A los pocos minutos otro incauto, creyéndose con más suerte que el anterior, realizó una maniobra muy similar a la del primer audaz.  El resultado: idéntico al anterior.  Como la noche era joven, había poca luz, exceso de humo en el ambiente, un nivel etílico en sangre óptimo para romper la timidez y, como no hay dos sin tres, un tercer galán probó fortuna con la misma mujer y… «crashed & burned» que dicen los anglosajones.  O como diríamos por estos lares: «tocado y hundido».

Este ejemplo nos demuestra que existen hombres que no prestan atención a las señales que nos envían nuestras compañeras de juego y que, por tanto, su única diversión es darse de bruces contra una pared de hormigón armado con la única satisfacción de poder decir luego a sus amigos algo así como: «ayer entré a quince tías en toda la noche«, «es que las mujeres están locas» o «es que las mujeres no saben lo que quieren«.

Siento comunicar a este tipo de hombres que las mujeres tienen muy claro lo que quieren, y obviamente no es un «tío brasas» que las avasalla sin haber sido invitado a la fiesta.  Ellas, al igual que nosotros, otean el horizonte en busca de esa persona que llame su atención.  Una vez encuentran a ese hombre perfecto su primer instinto será el de comunicarse con él.  Para ello comenzarán de forma sutil a coquetear con el agraciado, utilizando las técnicas de comunicación no verbal más ancestrales: una tímida mirada, una inocente sonrisa, o tal vez una mirada un poco más coqueta que nos permita detectar que está interesada en nosotros.

Si detectamos esta comunicación, la pelota está en nuestro tejado.  Las mujeres ahora esperan encontrar a ese hombre seguro de si mismo que no tenga miedo de andar esos diez metros que los separan para recoger su premio.  Sin embargo, llegado este momento, hay hombres en los que se paralizan.  Son incapaces de dar ese primer paso.  Su miedo inconsciente al fracaso, a ser rechazados por la otra persona, los hace que se aferren a su pinta de cerveza, perdiendo así una gran oportunidad.

Obviamente hay otros con la autoestima por las nubes quienes, aunque ven el riesgo de perder algo si fracasan, han analizado bien las señales enviadas y caminan la distancia que los separa con una sonrisa arrebatadora en su cara.  Una vez estamos a su lado, las mujeres esperan encontrar a ese hombre simpático y divertido, que las haga reír, y con la suficiente imaginación para distanciarse de las típicas preguntas como «¿perdona, creo que me estabas mirando?«.  Seamos espontáneos, comencemos con algo fuera de lo normal sin que esto tenga que ser grosero, la grosería la podemos dejar para la alcoba si es lo que nos gusta a ambos en un momento de lujuria.

También es importante tener en cuenta que las mujeres no quieren al típico hombre que salta de flor en flor.  Las mujeres quieren sentirse especiales, quieren ser la flor elegida de entre todas las que se encuentran en el jardín.  Para ello el hombre deberá estar atento a las señales que va recibiendo de todas las mujeres que allí se encuentran, buscando esa sonrisa o esa mirada de complicidad y así, al final, decantarse por aquella cuyas señales hayan sido mejor decodificadas.

Otra cosa a tener en cuenta es que las mujeres son muy asustadizas.  ¿Cuántas veces nos hemos aproximado a alguna amiga por detrás y la hemos dado un susto de muerte sin nosotros quererlo?  Por tanto, si ya de por si es importante no asustar a nuestras amigas ¿cuánto más importante será no asustar a la mujer que queremos conquistar?  Para evitar esto, siempre nos deberemos acercar de cara a esa mujer con la que queremos contactar por primera vez.

Otro punto a tener en cuenta es que, si bien es cierto que a todos nos puede gustar una caricia, hay que tener las manos a buen recaudo durante los primeros diez minutos de conversación.  Pasado este tiempo podemos tocar ligeramente a la otra persona en su zona neutra – entre el hombro y el codo de su brazo – para mostrar nuestro interés por ella, pero nunca con el ánimo de «meterla mano» o «sobarla«, ya que ellas detectarán esa sutil diferencia y nos alejarán de su lado.

Aunque ser un verdadero maestro en el arte de la seducción nos puede llevar un tiempo, estas sugerencias nos pueden permitir iniciar relaciones allá donde vayamos con la persona que nos interese, tal y como le ocurrió a un amigo el otro día en la piscina.  A los pocos minutos de estar tumbados al sol este amigo detectó que una chica que paseaba junto al borde del estanque para el baño le miraba.  Después de varios paseos arriba y abajo para cerciorarse de que mi amigo la había visto, la chica en cuestión comenzó a interactuar por medio de su comunicación no verbal.  Primero una sutil sonrisa, luego un guiño, más tarde le sacó la lengua, así como otro tipo de acciones que mostraban su interés.  Después de un tiempo comunicándose en la lejanía ella y su amiga se acercaron y pusieron sus toallas cerca de las nuestras.  Al final de la tarde la interesada le dio un trozo de papel a nuestro amigo en el que le indicaba claramente su dirección de correo electrónico y su número de móvil para que la llamara y pudieran quedar otro día.  El resto ya es parte de la historia personal de este amigo.

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Gestión del cambio

lunes, 19 julio, 2010

El cambio es algo que está presente en nuestras vidas desde el momento en que somos concebidos.  Los cambios celulares de los que no somos conscientes no nos suelen preocupar, a menos que estos degeneren en una enfermedad que sea detectada.  Sin embargo, aquellos cambios que se producen en nuestro entorno y que afectan a nuestra identidad o forma de vida son contra los que nos revelamos y debemos aprender a gestionar.

Hace unos días el gimnasio al que acudo habitualmente cambió de instalaciones.  Aunque el nuevo local es más grande y algunas de sus máquinas y servicios son completamente nuevos, un gran número de personas no estaban del todo contentas con la distribución de las máquinas, la entrada a las salas, los vestuarios, o cualquier detalle que fuera diferente a lo que ellas estaban habituadas, siendo algunas de las frases más escuchadas: «el otro gimnasio era mejor«, «me voy a ir de aquí«, «esto no me gusta nada«.

En nuestra vida sentimental los cambios tampoco son bien recibidos.  Si no tenemos pareja y comenzamos una relación con una persona nueva, la entrada de ésta en nuestras vidas, y más en concreto en nuestra casa, puede hacer que nuestro cuerpo experimente sensaciones hasta entonces desconocidas debidas a los comportamientos de la otra persona que nos estresan sin razón aparente.  Cuántas veces habremos escuchado: «es que me lo cambia todo de sitio«, «es que me quiere redecorar la casa«, «es que me quita el mando de la televisión«, «es que me deja los calcetines sobre el sofá«, «es que no mete las cosas en la lavadora«.

Algo parecido ocurre cuando nuestros hijos vuelven al hogar familiar a pasar unos días de vacaciones.  Y no digamos nada si estos vienen acompañados por su pareja e hijos.  En estos casos los progenitores experimentan un desasosiego que puede terminar colmando el vaso y haciendo que un camino de rosas se convierta en un auténtico calvario si no se tiene un poco de sentido del humor.

Ante un cambio las personas se pueden resistir e intentar no amoldarse a dicho cambio.  En el caso del gimnasio los clientes se pueden ir a otro gimnasio de la zona; frente a una relación de pareja puedo ir yo a su casa en vez de que venga la otra persona a la mía, o romper la relación si no nos lleva a ningún sitio; en vacaciones puedo buscar otro lugar donde pasar mi tiempo libre que no sea molestando a mis padres o a los de mi pareja; y en el caso de un trabajo… ¡me puedo buscar otro!

Todo cambio que suframos en nuestra vida personal es, en mayor o menor medida, importante para nosotros.  En esos momentos es normal que algunas personas tengan miedo a ese cambio porque tal vez crean que al cambiar dejarán de ser ellas mismas: «Si cambio ya no soy yo«.

Por el contrario, otras personas consideran que el cambio es positivo, que las aporta nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo.  Estas personas están dispuestas a adaptarse a los cambios porque tienen en su mente un objetivo superior al mero hecho de dejar de ser ellas mismas: crecer como personas.

En cualquier caso hay que tener en cuenta que las personas pueden cambiar, si bien la velocidad de adaptación a la nueva situación dependerá de la edad de la persona, su bagaje cultural y su forma de ser.

También es importante tener en cuenta que los cambios progresivos son menos impactantes y obtienen menos rechazo que aquellos que son de un día para otro y a la persona le supone un cambio drástico en su forma de actuar.  Por eso las grandes empresas llevan años desarrollando sus departamentos de recursos humanos en el área de gestión del cambio, para que sus empleados puedan ser ayudados de forma progresiva con la adaptación de la empresa a su nuevo entorno empresarial, tanto en relación con las nuevas tecnologías como en los cambios debidos a una crisis económica.

Un coach puede ayudar a las personas a sobrellevar un cambio drástico a través de la metodología empleada en el coaching, así como a aquellas personas que consideren que su vida personal o profesional debe cambiar para poder conseguir de una vez por todas sus objetivos.  El desarrollo de habilidades interpersonales es un buen ejemplo de cambio en el comportamiento que beneficia a la persona en su entorno laboral y personal.

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Estereotipos

jueves, 15 julio, 2010

La forma en la que nos acercamos a otras personas, en la que damos la mano, el tono de voz con que hablamos y, en general, todo nuestro lenguaje corporal, es un factor clave que determinará la primera impresión que causamos a los demás.  Esto puede hacer que un encuentro tenga los resultados deseados o, por el contrario, otros totalmente opuestos y desastrosos.  Y lo peor de todo esto es que no existen segundas oportunidades para crear una primera impresión.

Los estudios demuestran que durante los primeros cuatro minutos de conocer a una persona nos formamos el 90% de la imagen, o idea, sobre ella con carácter inmutable.  Esto es lo que se define como estereotipo, y una vez te han colgado el sambenito es muy complicado quitártelo de encima.

Puede parecer que esta acción de estereotipar a las personas es algo que muy pocos de nosotros hacemos, sin embargo, cada vez que pongo mis ojos en una persona nueva la escrutinio de tal forma que llego a formarme un juicio sobre ella, juicio éste que puede llegar hasta el punto de censurar y desaprobar las acciones que pueda realizar dicha persona.  Nosotros hacemos esto, y la gente lo hace con nosotros.

Puesto que nosotros estereotipamos a las personas que nos rodean y ellas lo hacen con nosotros, lo más positivo es no crearse un juicio sobre esa persona hasta que se la conozca un poco más en profundidad, e incluso en ese momento no es recomendable el realizar juicios sobre ella, ya que como he indicado antes, estos juicios provocan una censura sobre la persona en cuestión que puede hacer que nuestra relación vaya por el camino menos deseado.

De esta forma es importante tener en cuenta que una persona limpia y aseada, con la cara bien afeitada y una buena sonrisa dan una imagen de buena persona.

Por el contrario, aquellos varones con bigote o barba son percibidas inicialmente como los villanos de las películas, ya que el pelo sobre su rostro impide que las personas de su alrededor perciban las señales que muestra su cara.  Para compensar esta situación es necesario que la persona sonría, hable y diga algo a las personas que la acompañan, toque en la zona neutra -entre el hombro y el brazo- y salude dando la mano.

De igual manera, una persona con gafas es percibida como una persona inteligente, estudiosa, seria y confiable.  Por lo que en el entorno de trabajo las gafas le pueden hacer a uno más inteligente y confiable que a otras personas que no las llevan.

Por su parte las personas con pelo gris o alopécicas son percibidas como personas de alto estatus.  Y por último, las personas cuya ropa no está bien conjuntada o no está limpia dan sensación de personas descuidadas, como si de un vagabundo se tratara.

De todo esto se desprende que las primeras impresiones son importantes, pero que no hay que crear juicios prematuros sobre las personas si no las conocemos un poco más.  Asimismo podemos aprender que antes de ir a una entrevista de trabajo debemos tener en cuenta algunas de las cosas indicadas en los párrafos anteriores para no ser considerados como personas descuidadas o poco profesionales.

La comunicación no verbal no sólo tiene una importancia vital en nuestras vida porque es el 93% de nuestra comunicación, sino también porque puede dar una imagen totalmente opuesta a lo que realmente somos, y la energía que necesitaremos para quitar esa imagen preconcebida será excesiva comparada con la que tenemos que hacer en un primer momento para preparar nuestro primer encuentro con la otra persona.

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Podemos

martes, 13 julio, 2010

Después de un mes de lucha y sufrimiento la selección española de fútbol ha conseguido lo que muchas personas deseaban pero pocas esperaban que pudiera conseguir algún día:  ser campeones del mundo.

Desde el inicio de esta competición en 1930, los diferentes jugadores que han formado parte de la escuadra española han luchado por obtener el Trofeo Jules Rimet, trofeo que desde 1974 fue sustituido por el que ahora se conoce como Copa del Mundo y que representa a dos figuras humanas sosteniendo la Tierra.  La mala fortuna persiguió a la selección española durante décadas obstaculizando su paso a semifinales.  Este fracaso de la selección ha sido una continua decepción para sus más fieles seguidores, algunos de los cuales apenas mantenían la esperanza de lograr algún día tan preciado trofeo.

A comienzos de este siglo los integrantes de la Furia parecen tomar conciencia de los cambios experimentados en los deportes de élite, por lo que al mismo tiempo que se preparan técnicamente comienzan a entrenar su mente.  Este cambio de actitud permite que en 2008, y de la mano de Luis Aragonés, la Furia se haga con la Copa de Europa.

Otro cambio de actitud que se ha podido comprobar durante el pasado Mundial en Sudáfrica es la labor de coaching de equipo realizada por su entrenador Vicente del Bosque.  Esta labor ha sido fundamental para que la Copa esté ahora entre nosotros durante los próximos cuatro años.

Son actos históricos como estos los que permiten que las personas crean en los cambios y sean audaces para crear así nuevas oportunidades en su vida.  De hecho, los expertos aseguran que el PIB de España crecerá durante los próximos años en un 0,7% debido al mero hecho de haber conseguido la estatuilla de oro, si bien, este crecimiento puede estar más relacionado con el hecho de que las personas son capaces de creer que realmente pueden cambiar y conseguir aquellos objetivos que se proponen tanto en su vida personal como profesional más que al mero hecho de tener en el territorio nacional el preciado trofeo.

Ahora es un buen momento para que las empresas fomenten entre sus empleados la posibilidad de desarrollar sus habilidades interpersonales, porque sus empleados están disponibles y han visto que pueden cambiar, porque su selección lo ha hecho.  Y durante este proceso de cambio las personas pueden estar acompañadas por un coach que les ayude a definir sus objetivos de forma más eficaz, a crear su plan de acción y a analizar aquellas creencias limitantes que bloquean la creación de un equipo de alto rendimiento en el que poder trabajar.

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Empatía emocional

lunes, 12 julio, 2010

Hace unos meses una amiga recibió una llamada a las nueve de la mañana.  Al descolgar el teléfono, la voz al otro lado del aparato la dijo: «¿Es usted la madre de Fulanito? – Sí, soy yo- ¿Está sola? – Sí –  Siéntese… su hijo ha fallecido en accidente de tráfico esta madrugada«.  Esta escena, que puede parecer inusual, se produjo 1.902* veces en 2009 y se ha producido en 762* ocasiones en lo que va de año.

La campaña estival de la Dirección General de Tráfico (DGT) nos muestra una escena muy similar a la descrita en el párrafo anterior.  De hecho, durante los últimos años las campañas publicitarias de la DGT han estado cargadas de polémica por el realismo y crudeza de algunas de las imágenes mostradas al público, lo que ha hecho que los expertos se planteen si la emisión de dichas imágenes es la mejor manera de concienciar al público de los riesgos de una conducción imprudente.

Desde hace unas semanas, el Ministerio del Interior comienza su propia campaña publicitaria en radio invitando a los más de 40 millones de usuarios de teléfonos móviles a incluir en la agenda de su teléfono las siglas AA (Avisar A) con el objeto de poder contactar con el pariente más cercano en caso de que el usuario de dicho aparato sufra un accidente.

Las nuevas tecnologías florecen desde hace años en nuestros bolsillos, tanto en forma de móviles de tercera generación como de D.N.I. electrónico; o en los colegios y universidades con aparatos que facilitan la docencia.  El efecto de las nuevas tecnologías también se nota en las empresas, las cuales han podido reducir los gastos de viajes de personal gracias a las vídeo-conferencias.  Todo avance tecnológico que suponga una mejora para nuestro bienestar debe ser considerado como positivo.

Sin embargo, tal y como muestra George Clooney en su película Up in the air, hay situaciones donde las nuevas tecnologías no deben sustituir al ser humano.  Alguno de estos casos son: la ruptura de pareja, el despido de un empleado o el fallecimiento de un ser querido.  En estos momentos, y en otros de gran calado emocional, es necesaria la presencia de una persona que pueda ayudarnos a sobrellevar el dolor de la pérdida sufrida.

Es posible que las nuevas tecnologías nos ahorren tiempo y dinero, que mantengan nuestro anonimato e incluso que nos permitan salir de una situación emocionalincómoda con el simple gesto de colgar el teléfono.  Quizás utilizar campañas publicitarias con imágenes de cierta crudeza sea lo que necesiten los espectadores para concienciarlos de los peligros de la carretera, pero al mismo tiempo estamos consiguiendo que aquellas personas con menor habilidad para gestionar sus emociones se oculten detrás de sus fortalezas invisibles, encerrándose en su mundo y haciéndose más insensibles ante aquellas situaciones de alto calado emocional.

La falta de empatía, el distanciamiento de los problemas ajenos puede hacer que algunas personas vuelvan a casa sin una mochila adicional cargada de emociones negativas que no saben gestionar, pero al mismo tiempo, esa falta de desarrollo emocional nos puede hacer más inhumanos con el paso del tiempo.

La buena noticia es que las personas podemos aprender a gestionar nuestras emociones.  Un coach puede acompañarte en el desarrollo de esta habilidad interpersonal que con el tiempo puedes llevar a tu trabajo porque, si es importante el contacto personal cuando se le informa a una persona que está despedida ¿no sería más importante hacerlo de forma personal cuando se le informas del fallecimiento de un ser querido?

* Fuente: Estadísticas e indicadores de la DGT. Comparativa mensual de víctimas mortales en los dos últimos años. Datos a fecha 6 de julio de 2010.

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Criando parricidas

martes, 6 julio, 2010

Hace poco me contaban una escena que tuvo lugar en el metro entre una madre y su hijo de corta edad.  El comportamiento de la criatura, revoloteando por todo el vagón y molestando al resto de pasajeros, no debía ser el que la madre deseaba en ese momento para su churumbel, por lo que cuando el angelito colmó la paciencia de su progenitora ésta le lanzó un cachete para marcar el fin de un comportamiento que la estaba poniendo en evidencia ya que no era del todo apto en dicho entorno.

Sin querer entrar en la polémica de si la madre se extralimitó al darle un tortazo a su hijo, o de si ésta debió concluir el comportamiento de su hijo mucho antes para evitar llegar a esa explosión emocional, la situación descrita en el párrafo anterior puede ser bastante normal en una relación entre padres e hijos.  Sin embargo, lo que realmente llama mi atención no es el hecho de la agresión física, aunque esta tenga su importancia, sino los comentarios que la madre y posteriormente la amiga que la acompañaba realizaron al galopín.

Tras el manotazo, la madre abroncó a su hijo en tono desafiante con un: «¡A ver, devuélveme, devuélveme el tortazo!»  Mientras que su amiga reprendía al mozalbete con un: «!qué cobarde!, ¡vaya cobarde!».

Está claro que la criatura no tenía el tamaño ni la fuerza para devolver el tortazo a la madre.  De hecho, es posible que si hubiera amagado para darla un golpe ésta le hubiera respondido con un guantazo que le hubiera puesto la cara del revés.  Es posible que la criatura también estuviera falta de ánimo y valor para tolerar la desgracia que le había caído en forma de bofetada, tal y como afirmaba la amiga, pero también es posible que en su todavía aturdida cabecita se escuchara una vocecilla que decía: «¡Espera, espera a que sea grande y ya veremos si te atreves a darme otro tortazo.  Ya veremos quién es el cobarde entonces!«.

No sé si este tipo de desafíos son la causa de que a fecha de hoy no sea raro escuchar en las noticias casos de hijos que maltratan a sus padres, pero las observaciones que llevo realizando durante los últimos meses me demuestran una laxitud en la educación que proporcionan los padres a sus hijos.

Tal vez esta laxitud sea el efecto rebote de una educación más estricta recibida en las familias y colegios durante los años 50 y 60 del siglo pasado.  O probablemente sea debido a que algunos padres de hoy en día no tuvieron ciertas libertades en los años de la dictadura y quieren que sus hijos sean totalmente libres para hacer lo que quieran.  O quizás sea debido a que los padres del siglo XXI no tienen el tiempo ni la energía suficiente para corregir y educar a su prole después del trabajo.

En cualquier caso hay que tener en cuenta que estas pequeñas criaturas son las que gobernarán y regirán nuestra sociedad dentro de unos años y, como padres y ciudadanos, debemos ser responsables y preguntarnos si son los comportamientos y valores que estamos inculcando en nuestros hijos los que queremos que tengan nuestros futuros directivos y gobernantes.

Si, todavía estamos a tiempo de reeducar a estas maravillosas criaturas para que cambien.  Lo único que necesitamos es aumentar nuestra fortaleza mental para identificar cuáles son nuestros objetivos para con ellos, cuáles son los valores que queremos inculcarles, cuál es nuestra responsabilidad como padres.  En todo esto nos pueden ayudar desde orientadores expertos en el tema hasta coaches que nos acompañarán en este camino sin que fracasemos en el intento.

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Fracaso escolar

viernes, 2 julio, 2010

El fracaso escolar es la palabra que más se oye en los corrillos de padres y profesores durante estos días en los que salen a la luz las notas globales del curso.  De hecho, no es raro ver por los pasillos de los colegios a padres con cara de preocupación hablando con tutores y orientadores para saber qué tienen que hacer este verano con sus vástagos para que pasen de curso en septiembre.

La responsabilidad de los padres puede que no sea preocuparse por sus hijos, pero es esta la que hace que acudan a los centros de estudios para informarse y averiguar qué es lo que han hecho mal nuestros futuros líderes.  Las respuestas que ofrecen los profesores y orientadores parecen estandarizadas, como sacadas de un manual: «no presta atención en clase«, «no se organiza«, «no se planifica«, «se distrae con facilidad» y alguna otra que denota que el alumno es un vago o incluso una persona conflictiva.

Esta imagen de zángano puede verse reforzada si el joven ha tenido durante los últimos meses un profesor particular cuyos comentarios finales han sido del tipo: «no trabaja lo suficiente«, «no hace todos los ejercicios«, «no se concentra» o cualquier otra frase que denote falta de esfuerzo o interés por parte de su discípulo.

Las soluciones que suelen ofrecer los tutores y orientadores en este tipo de situaciones suelen ser también muy estandarizadas: «necesita organizarse«, «necesita planificarse«, «necesita hacer un esfuerzo» y cualquier otra que indique que debe ponerse las pilas durante los próximos meses.  En algunos casos sugieren que el joven sea supervisado por una tercera persona, ya sea un profesor particular o en una academia.

Sin embargo, lo curioso de todo esto no es escuchar lo que los padres y profesores tienen que decir sobre el joven protagonista, sino el papel que este adopta de forma casi involuntaria mientras se encuentra en esa situación y a la que nadie presta atención.

El protagonismo está claro que es del alumno, ya que es el responsable de haber suspendido y quien debe recuperar en pocos meses.  Sin embargo, éste queda relegado a un segundo plano, bien junto a los padres con cara de despistado como si la escena no fuera con él; bien detrás de sus progenitores, escondiéndose de la lucha dialéctica; bien sentado un nivel por debajo, demostrando de esta forma un subordinamiento e inferioridad frente al resto de personas; o bien, en el peor de los casos, rompiendo a llorar debido a la alienación de los padres.

Los jóvenes no fracasan en sus estudios porque sí.  Las razones pueden ser múltiples y variadas, pero siempre suele haber algo detrás que hace que se depriman, que no quieran estudiar, que prefieran evadirse con sus juegos evitando así la realidad.  Lo bueno de todo esto es que estos pequeños adultos tienen una capacidad increíble para cambiar y estar funcionando de nuevo al 100% en menos tiempo que lo haría un adulto.

No hay que desesperar en estos casos, pero si coger el problema a tiempo, bien utilizando la ayuda de un psicólogo o la de un coach que ayude al joven a establecer sus objetivos, aumentar su motivación, hacerse responsable de sus estudios, desarrollar su concentración y disciplina, aprender a planificarse y organizarse, al tiempo que encuentra un equilibrio entre el estudio y la diversión que permitan que sea un buen líder en el futuro.

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