Criando parricidas

6 julio, 2010 por mycoach

Hace poco me contaban una escena que tuvo lugar en el metro entre una madre y su hijo de corta edad.  El comportamiento de la criatura, revoloteando por todo el vagón y molestando al resto de pasajeros, no debía ser el que la madre deseaba en ese momento para su churumbel, por lo que cuando el angelito colmó la paciencia de su progenitora ésta le lanzó un cachete para marcar el fin de un comportamiento que la estaba poniendo en evidencia ya que no era del todo apto en dicho entorno.

Sin querer entrar en la polémica de si la madre se extralimitó al darle un tortazo a su hijo, o de si ésta debió concluir el comportamiento de su hijo mucho antes para evitar llegar a esa explosión emocional, la situación descrita en el párrafo anterior puede ser bastante normal en una relación entre padres e hijos.  Sin embargo, lo que realmente llama mi atención no es el hecho de la agresión física, aunque esta tenga su importancia, sino los comentarios que la madre y posteriormente la amiga que la acompañaba realizaron al galopín.

Tras el manotazo, la madre abroncó a su hijo en tono desafiante con un: «¡A ver, devuélveme, devuélveme el tortazo!»  Mientras que su amiga reprendía al mozalbete con un: «!qué cobarde!, ¡vaya cobarde!».

Está claro que la criatura no tenía el tamaño ni la fuerza para devolver el tortazo a la madre.  De hecho, es posible que si hubiera amagado para darla un golpe ésta le hubiera respondido con un guantazo que le hubiera puesto la cara del revés.  Es posible que la criatura también estuviera falta de ánimo y valor para tolerar la desgracia que le había caído en forma de bofetada, tal y como afirmaba la amiga, pero también es posible que en su todavía aturdida cabecita se escuchara una vocecilla que decía: «¡Espera, espera a que sea grande y ya veremos si te atreves a darme otro tortazo.  Ya veremos quién es el cobarde entonces!«.

No sé si este tipo de desafíos son la causa de que a fecha de hoy no sea raro escuchar en las noticias casos de hijos que maltratan a sus padres, pero las observaciones que llevo realizando durante los últimos meses me demuestran una laxitud en la educación que proporcionan los padres a sus hijos.

Tal vez esta laxitud sea el efecto rebote de una educación más estricta recibida en las familias y colegios durante los años 50 y 60 del siglo pasado.  O probablemente sea debido a que algunos padres de hoy en día no tuvieron ciertas libertades en los años de la dictadura y quieren que sus hijos sean totalmente libres para hacer lo que quieran.  O quizás sea debido a que los padres del siglo XXI no tienen el tiempo ni la energía suficiente para corregir y educar a su prole después del trabajo.

En cualquier caso hay que tener en cuenta que estas pequeñas criaturas son las que gobernarán y regirán nuestra sociedad dentro de unos años y, como padres y ciudadanos, debemos ser responsables y preguntarnos si son los comportamientos y valores que estamos inculcando en nuestros hijos los que queremos que tengan nuestros futuros directivos y gobernantes.

Si, todavía estamos a tiempo de reeducar a estas maravillosas criaturas para que cambien.  Lo único que necesitamos es aumentar nuestra fortaleza mental para identificar cuáles son nuestros objetivos para con ellos, cuáles son los valores que queremos inculcarles, cuál es nuestra responsabilidad como padres.  En todo esto nos pueden ayudar desde orientadores expertos en el tema hasta coaches que nos acompañarán en este camino sin que fracasemos en el intento.

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Esta entrada fue publicada el martes, 6 julio, 2010 a las 8:00 por mycoach y está en la categoría coaching personal. Puedes seguir cualquier respuesta a esta entrada a través del feed RSS 2.0. Tanto comentarios como pings están actualmente cerrados.

3 comentarios para “Criando parricidas”

  1. fernando lerena dice:

    8 julio, 2010 a las 10:01

    Se suele decir que un bofetón a tiempo… Creo que la violencia nunca es positiva; es más, si en un momento dado unos padres se ven en la situación de dar un bofetón al hijo, deben intantar explicar despues porqué ha ocurrido algo así.
    Los niños son pequeños, pero no son tontos… Nos sorprendería comprobar que cuando intentas razonar con ellos, comprenden perfectamente lo que les dices.
    Creo que debemos evitar la violencia, pues también es cierto que los niños imitan muchos comportamientos que ven en su entorno, quizá porque creen, equivocadamente, que son los correctos. Está claro que lo primero que hay que hacer es educar a los padres… ¿En qué mundo se mueve el niño del ejemplo? La madre pierde los nervios, hasta ahí bien; la madre se preocupa al comprobar que su vástago está molestando al resto de los viajeros, hasta ahí fenomenal; pero la madre pierde los nervios y le da un bofetón, empieza el error… Finalmente no explica a su niño el porqué de su reacción, sino que le desafía y la amiga (o diré mejor la coleguilla) de la madre les jalea… ¡Qué espectáculo! Patético. Cuando el chaval tenga 10 años estará pegando a su madre por la calle…
    Esto me recuerda un caso que viví en Getxo, en el parque Sanjoseren… un niño había arrancado una rama de sauce llorón y se dedicaba a pegar con ella a todo el que pasaba… la chica que estaba al cargo en ningún momento reprendió al infante; cuando me dió el latigazo fui a hablar con la mujer y tan sólo le dije que en ese momento el niño era pequeño, pero que crecería y a mí no me iba a dar, lo probable es que le diera a ella el golpe… Me marché tan contento pensando que yo no tenía que convivir con semejantes personas…
    Educar está muy relacionado con el hecho de corregir actitudes erróneas, pues para saber que algo no está bien, alguien con criterio debe decírtelo. Pero ha de ser alguien con criterio y eso parece escasear…
    De entornos violentos, por lógica, surgirán personas violentas… tan sólo espero que de ahí no salgan los futuros regidores del país.

  2. Maricarmen dice:

    21 julio, 2010 a las 21:43

    Quizá lo de un bofetón a tiempo suene muy mal, pero sin caer en ser violentos, sí creo en que parar los pies a los niños desde el primer momento en que hacen algo mal te evita mucho trabajo después, a parte de estar enseñando lo que es y no correcto.
    Pero lo que me parece fortísimo del artículo es que una madre rete a su hijo a que le devuelva un tortazo. Seguramente si este hiciera ademán de devolvérselo la madre le diría que cómo se le ocurre pegar a mamá.Pero más aún me alucina el comentario de la amiga. ¿Quieren entonces hacerle creer al niño que si no se atreve a pegar a asu madre es un cobarde, luego sería mejor pegarla…?.
    Apostaría bastante a que este niño es un violento adolescente en potencia, para después seguir siéndolo como esposo y como padre, tal y como lo han sido con él.
    Veo cada vez más un problema en la sociedad actual respecto a la educación de los hijos. Se les consiente todo, bien porque los padres no disfrutaron de ciertos privilegios que sí les pueden dar a sus hijos ahora y, como una especie de compensación quieren darles todo lo que ellos no disfrutaron en su día. Otras veces por la presión social que existe, «¿cómo no le voy a comprar a mi hijo la Wii si la tiene toda la clase?».Hay un error creyendo que consentir a los hijos todo lo que pidan es educarles bien, y lo que están haciendo es complicarles la vida en un futuro.
    Antes los padres te ponían firme con sólo mirarte. Quizá era excesivo, pero había un respeto y un cariño hacia ellos que hoy no veo. Ahora algunos hijos no hacen más que responder a esa mala educación que recibieron, y otros, símplemente les faltan al respeto olvidándose de tanto como hicieron por ellos durante muchos años antes.

  3. Linda dice:

    8 abril, 2011 a las 1:57

    Creo que estamos en las finales de los siglos. Nunca como hoy se ha visto tantas cosas horrendas que causan insomnio.
    En todos los paises del mundo se observa que algunas hijas asesinan a su madres a sangre fria. Acá en Mexico hay casos muy tristes. Pero no somos solamente los mexicanos que sufrimos la depravación de las hijas que llegan a tal extremo de maldad. Por ejemplo he leido en el internet que en EEUU hay crimenes terribles como el de Elvira Marion Walton que fue asesinada por su hija ¡¡de 12 años!! y en Perú tambien se han cometido casos escalofriantes, como los de Elizabeth Espino Vásquez, Giuliana Llamoja Hilares y Eva Bracamonte Fefer sentenciadas por haber dado terrible muerte a sus madres. Y últimamente, el caso de una mujer acusada de asesinar a su propia madre como María Teresa Cruzado Vera, la misma que ha actuó en complicidad con sus mismos hermanos asesinos Leticia Cruzado Carpio, Monica Cruzado Carpio y Alejandro Cruzado Carpio, quienes afirman que la autora es epileptica y drogadicta.
    La mujer María Teresa Cruzado Vera aun no es intervenida a pesar que el crimen ha sucedido hace varios años. Al parecer no se ha hecho nada por investigar el crimen, a pesar que un niño de 7 años ha sido víctima de estos criminales.
    El respeto por los padres ya no existe, las malas amistades, la drogadicción y el alcohol propician los desordenes mentales, no podemos explicarnos de otro modo como es que se puede llegar al extremo de eliminar al ser que nos dio la vida.
    Si nosotras las madres sufrimos la maldad de las hijas, ¿que les espera a los demás ciudadanos? Meditemos sobre esta horrorosa realidad y pidamos a Dios que nos libre de los indignos hijos que ya están condenados de antemano por la ley divina y humana. Que nuestro Señor nos libre de la peor traición que llena el alma de terror.