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Estrategias de genios

miércoles, 24 septiembre, 2008

En su libro «Strategies of genius«, Robert Dilts analiza los procesos cognitivos de cuatro individuos excepcionales: Aristóteles, el Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, Walt Disney y Wolfgang Amadeus Mozart. El propósito es ayudar a enriquecer nuestra percepción de la realidad de tal forma que podamos encontrar más opciones para actuar eficazmente y ecologicamente en nuestras vidas.

Así, aunque existen diferencias entre estos individuos, algunos patrones comunes emergen de la información recabada por el autor.  Los diez elementos principales que parecen ser comunes a todos los genios del estudio son:

  1. Tienen una desarrollada habilidad para visualizar: Mozart visualizaba sus composiciones en su mente como si de un cuadro o estatua se tratara.  Disney afirmaba que era esencial que una persona fuera capaz de ver en su mente cómo encajaban las diferentes piezas de una historia.  Holmes enfatizaba la observación visual y la imaginación.
  2. Han desarrollado numerosos enlaces entre sus sentidos:  Mozart puede ser el mejor ejemplo, ya que sentía, veía y hasta saboreaba la música; si bien Disney demostró en trabajos como Fantasia su habilidad para solapar sus sentidos.
  3. Utilizan múltiples perspectivas:  Aristóteles buscaba diferentes tipos de causas en sus análisis y comprobaba sus premisas y silogismos a través de varias conversaciones verbales.  Disney usaba sistemáticamente diferentes perspectivas, tales como tomar una «segunda opinión» a sus historias y planes.
  4. Han desarrollado una alta habilidad para cambiar entre posiciones perceptivas: Holmes se ponía en la posición de su presa mientras la investigaba.  Miguel ángel podía ponerse en la posición de un trozo de piedra «Yo no hago la estatua. La estatua está dentro del marmol esperando a que la libere. Yo cincelo hasta que la libero».  Mozart afirmaba que sus sinfonías más o menos se escribían solas llegados a un punto.
  5. Habilidad para moverse atrás y adelante entre diferentes trozos y niveles de pensamiento: Aristóteles y Holmes comenzaban con «masas confusas» de información que inicialmente troceaban en detalles y elementos más específicos.  Luego tomaban los detalles y reconstruían la «gran imagen».
  6. Mantienen un bucle de retroalimentación entre lo abstracto y lo concreto: eran capaces de moverse entre los modelos abstractos y los principios y expresiones específicas de esas abstracciones.  Esto formaba un círculo que les permitía refinar sus ideas y teorias del mundo concreto.
  7. Balance de funciones cognitivas: Soñador, realista y crítico: Aristóteles expresaba sus ideas por escrito. La mayor fortaleza de Disney era su habilidad para transformar sus sueños en expresiones tangibles. Mozart escribió sus sueños musicales en forma de notas.
  8. Realizan preguntas básicas: Aristóteles definió cuatro preguntas básicas que continuamente preguntaba y un proceso para comprobar sus asuncines y premisas.  La música de Mozart era el resultado de una duda constante sobre si «dos notas se aman entre si».
  9. Utilizan metáforas y analogías:  Holmes afirmaba que sus métodos estaban basados en «la mezcla de imaginación y realidad».  Aristóteles constantemente ilustraba sus ideas con ejemplos y analogías.
  10. Tienen una misión más allá de su indetidad individual: una característica común de los genios es que perciben que su trabajo viene de algo y sirve a algo más grande que ellos mismos.  Aristóteles buscó los principios fundamentales en toda la naturaleza. Mozart afirmaba que su musica «encendía su alma» y daba las gracias a su creador por el regalo divino.

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El arte de criticar

miércoles, 17 septiembre, 2008

Aristóteles, en «Ética para Nicómaco«, dice: «Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo.  Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.«

La crítica, por norma general, tiende a ser destructiva y es la peor forma de motivar a alguien.  Se suele expresar como queja personal, más que como queja sobre la que se puede actuar, y para ello se utilizan acusaciones personales cargadas de desprecio, sarcasmo e incluso disgusto.

La actitud más habitual de quienes reciben la crítica es ponerse a la defensiva al sentirse atacados, enojarse e incluso no volver a colaborar en futuros proyectos con la persona que les ha criticado.  El ataque personal tiene un efecto devastador sobre el estado del ánimo.

A principios del siglo pasado Dale Carnegie decía: «Sea caluroso en su aprobación y abundante en el elogio«.  Sin embargo, más de medio siglo después, nuestros ejecutivos siguen cayendo en esta misma trampa, siendo muy proclives a la crítica y muy comedidos con las alabanzas, dejando así que sus empleados sólo reciban retroalimentación cuando han cometido un error.

El no expresar una crítica también es negativo para los jefes.  Al no expresar sus sentimientos, su frustración va en aumento hasta que, el día menos pensado, en el lugar más inoportuno, estallan de golpe.  Si por el contrario hubiera manifestado sus críticas, no sólo hubiera evitado su frustración, sino que el empleado, al menos, hubiera tenido la posibilidad de corregir el problema.  Desafortunadamente, la gente espera demasiado para expresar sus críticas y, cuando lo hacen, su enfado es tal que es difícil poder controlar lo que dicen, vertiendo las críticas de la peor manera posible.

¿Cómo podemos aprender el arte de la crítica?  Es sencillo.  La crítica apropiada no se ocupa tanto de atribuir los errores a un rasgo de carácter como de centrarse en lo que la persona ha hecho y puede hacer.

Adicionalmente es recomendable tener en mente las sugerencias que Harry Levinson, antiguo psicoanalista, indica en el libro «Inteligencia Emocional» de Daniel Goleman para hacernos verdaderos maestros en el arte de la crítica:

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