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Miradas condescendientes

lunes, 8 septiembre, 2008

Después de leer el comentario que Eduardo Gutiérrez dejó en mi artículo «La Paradoja Rural» he creído oportuno pararme a reflexionar sobre sus palabras, las cuales cito a continuación:»Los urbanitas miran con condescendencia a los de los pueblos, sin sospechar con cuanta conmiseración los miramos nosotros a ellos, encerrados en sus ciudades.«

A principios del siglo pasado la diferencia de clases era algo muy marcado en nuestra sociedad.  Los habitantes de las zonas rurales eran considerados como «paletos«.  Gente que, debido a sus circunstancias, no había tenido la suerte de tener una educación digna y que, por tanto, lo único que podían hacer para subsistir en este duro mundo era dedicarse al ganado y a la agricultura.

En esta época, el médico, el cura y el agente de policía eran las máximas autoridades, pudiendo solucionar  la mayoría de  los problemas que aquellas gentes pudieran tener en su día a día, desde disputas entre vecinos, pasando por dolencias derivadas del trabajo hasta aquellas producidas por el espíritu.

La pobreza de los menos afortunados podía llegar a tal extremo que en algunos casos se pagaba al médico con huevos, cebollas, chorizos, o cualquier cosa que hubiera producido la tierra durante los últimos días.  Esta situación podía hacer que, los entonces urbanitas, se acercaran a las zonas rurales y miraran a su población con ojos de superioridad, pudiendo reírse de ellos en más de una ocasión y humillándolos para «pasar el rato».

Por norma general los padres siempre quieren «lo mejor» para sus hijos.  Es entonces normal pensar que, si no tienes luz eléctrica, ni agua corriente, vistes a tu familia con harapos, y los «veraneantes» te humillan y se ríen de tu familia cada vez que vienen como forma de diversión; lo que quieres es sacar a tus hijos de esas penurias para que sean «hombres de provecho«, aunque tú sigas sufriendo las mismas calamidades.

Pero hoy en día, en pleno siglo XXI, viviendo en la «Sociedad de la Información», donde Internet está al alcance de todos, donde la gran mayoría de nosotros hemos tenido la suerte de una educación «más que digna», donde la recogida de la patata y la fresa la realizan temporeros de otros países menos desarrollados que el nuestro ¿cómo es posible que el urbanita mire con condescendencia a la gente de  las zonas rurales?  ¿Cómo es posible que ese urbanita no se acuerde de sus raíces?  ¿Cómo es posible que no se dé cuenta que la persona que está frente a él puede tener su misma formación, pero ha elegido vivir en un ambiente más natural?  ¿Cómo no se da cuenta de que esa persona es feliz?

Mientras tanto «el hombre rural» siente pena por nosotros, porque sufrimos de estrés; porque vivimos rodeados de asfalto y hormigón que generan un microclima «anormal»; porque por mucho cristal que pongamos a nuestros muros seguimos extrañando nuestra libertad; porque sólo en los días con menor nivel de contaminación somos capaces de ver la Sierra; porque el sonido más agradable que escuchamos en todo el día es la bocina del coche tuneado que nos pide paso al cambiar de color el semáforo.

¿Y si fuésemos capaces de escuchar a estas personas?  ¿Qué nos podrían aportar desde su mundo?  ¿Qué podríamos aprender de ellos?  ¿Y ellos de nosotros?  ¿Cómo podrían ayudarnos para que nuestras vidas fuesen más felices y tranquilas?  ¿Cómo podríamos harmonizar ambos mundos?  ¿Cómo podríamos aumentar nuestra autoestima sin tener que humillar a otras personas?

Ahora es vuestro turno.  Ahora podeis comenzar a dejar vuestros comentarios para que entre todos podamos iniciar una nueva andadura en común. ¡Este es el momento del cambio, no lo dejes escapar!

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La paradoja rural

martes, 12 agosto, 2008

Publicado en Agrovia (marzo de 2004)

A pesar de que el padrón realizado en el año 2003 mostrara un incremento de la población en poco más de 879.000 habitantes con respecto al año anterior, veintidós de las cincuenta y dos provincias que componen el mapa geográfico español presentan un saldo vegetativo negativo desde hace más de dos décadas.

El cambio socio-cultural que tuvo lugar en la década de los ochenta permitió a muchos jóvenes acceder a la universidad y obtener un título universitario en base a su valía y no tanto al poder adquisitivo de sus progenitores.

Este cambio social llevó aparejada la migración de estos estudiantes de sus pequeños municipios a otros mayores donde poder realizar su carrera y, una vez finalizada ésta, buscar empleo y nuevas oportunidades en el mismo municipio o en otro mayor donde poder desarrollar los conocimientos técnicos recién adquiridos.

Estos éxodos han hecho que más de una veintena de provincias españolas presenten un saldo vegetativo negativo desde principios de los años ochenta. El caso más representativo es el de Lugo, cuyo saldo vegetativo comenzó a ser negativo a mediados de los años setenta, tuvo una ligera recuperación a finales de esa década y desde principios de los años ochenta se ha mantenido a la cabeza con respecto al resto de provincias españolas.

Este dato no quita para que la revisión padronal de 2.003 muestre una disminución de la población en Ourense superior a la de Lugo (1.555 habitantes frente a los 1.270 de Lugo). Sin embargo, la previsión del saldo vegetativo para el año 2.003 de Lugo supera al de Ourense en 2.59 puntos (-7.73 frente a los –5.14 de Ourense).

La despoblación y el bajo desarrollo de las zonas rurales vienen siendo un tema de debate desde hace varias décadas. Así, a principios de los años noventa nació una iniciativa comunitaria que apoyaba el desarrollo de las comarcas rurales situadas en las regiones más desfavorecidas de la Unión Europea y que fue bautizada como Programa Leader I.

El objetivo de este programa era demostrar la posibilidad de impulsar el desarrollo de las comarcas rurales mediante un enfoque integrado, concebido a nivel local y con participación de la población afectada. Como programa de desarrollo que era trataba de diversificar las actividades económicas en el medio rural, facilitar el aprovechamiento de los recursos y favorecer las inversiones que tuvieran un carácter demostrativo e innovador.

Adicionalmente al programa Leader I (1.991-1.995), Leader II (1.995-1.999), o el más actual Leader Plus, también se crearon ayudas nacionales como el Programa Proder y ayudas más locales provenientes de las diferentes Juntas Provinciales e incluso de la propia Consejería de Turismo de cada Comunidad, las cuales permitían crear o mejorar los negocios en el medio rural.

Un 70% de los negocios rurales encuestados afirman haber recibido algún tipo de ayuda para crear o mejorar su negocio y, curiosamente, la gran mayoría de los municipios donde se han recibido este tipo de ayudas han experimentado un crecimiento de población y negocios durante los últimos cinco años. Sin embargo, el 77.42% de los encuestados afirman que las ayudas recibidas no son suficientes para evitar la despoblación de los núcleos más pequeños.

Teniendo en cuenta que una ayuda no es otra cosa que poner los medios para que alguien logre algo y en ningún caso una vía para compensar la inversión realizada, habría que preguntarse si para evitar esta despoblación no habría que estudiar no sólo la viabilidad de un proyecto, sino también las opciones culturales, medioambientales y de desarrollo que tiene una comarca, ya que esto favorecerá la rentabilidad del proyecto en sí.

Lo que está claro es que los negocios más prósperos son aquellos que han sido establecidos en zonas turísticas. Por ello, parece lógico pensar que para que un negocio sea rentable, la comarca en cuestión debe tener algún atractivo y, si no lo tiene, habrá que buscarlo.

El atractivo puede venir dado por el interés turístico de la comarca y la cultura siempre es una buena aliada a la hora de fomentar la inversión y el desarrollo. Para ello es necesario sacar a relucir todas las obras arquitectónicas y artísticas, buscar acontecimientos históricos de interés general, inmortalizar a las personas ilustres nacidas allí, crear ferias, exposiciones de arte, representaciones de teatro, etc.

Adicionalmente al atractivo de los eventos culturales, hay un sector de la población cada día más interesado en el turismo activo, es decir, dispuesto a realizar actividades que supongan un esfuerzo físico al aire libre. Los urbanitas, cansados del asfalto y los rascacielos, están deseando cambiar su entorno por otro menos agresivo y que les permita quemar el exceso de adrenalina y el estrés acumulado durante la semana.

Este nuevo turismo implica la rehabilitación de antiguas rutas de senderismo perdidas con el paso de los años, la creación o habilitación de rutas para bicicletas de montaña, el diseño de rutas a caballo, el estudio de los ríos para la práctica de deportes fluviales, etc.

Otro tipo de turista, igual de ansioso por culturizarse y visitar nuevos sitios, es el turista motorizado. Aquí debo diferenciar dos clases: el que suda la camiseta y el que está algo menos dispuesto a sudarla. Dentro de los primeros estarían aquellos que se suben sobre su moto off-road, mientras que los segundos son los que se suben en su todo terreno. Salvando este matiz, ambos viajan de un sitio a otro por caminos polvorientos, llenos de baches y piedras por donde casi nadie quiere o puede pasar. [1]

Otra forma de atraer nuevos inversores para el desarrollo de la comarca es a través de la mejora de las comunicaciones terrestres (carreteras, ferrocarril, etc.), las telecomunicaciones (líneas de teléfono, Internet, etc.), el tendido eléctrico, el abastecimiento de agua, las infraestructuras locales, servicios, etc.

La mejora de las infraestructuras puede atraer empresas de tamaño medio que permitan dar trabajo a los habitantes de la comarca e incluso que puedan atraer a personas de los alrededores. Esta inmigración, unida a un buen precio de la vivienda y unos servicios complementarios básicos, puede hacer que la población de la comarca se mantenga e incluso aumente.

Los propietarios de negocios en el medio rural están deseosos de escuchar nuevas iniciativas que hagan que su negocio prospere, en especial cuando ven que este no está siendo tan rentable como ellos esperaban inicialmente. Por lo tanto, hay que generar interés en la gente para que acuda a la comarca, lo cual es algo tan sencillo como ofrecerles alternativas que llamen su atención. Obviamente, el hecho de que comiencen a llegar turistas, se creen nuevos negocios, se habiliten rutas para las distintas actividades, etc. implica un impacto medio ambiental que hay que tener en cuenta y prever para que exista un equilibrio entre el desarrollo y el entorno natural.

Esto no significa que ciertos grupos, que en su afán por defender y proteger la naturaleza y el medio ambiente, no ayuden y a mantener este equilibrio a través del estudio de las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno, pilar básico de la ciencia de la ecología.

De igual manera esto tampoco implica la aprobación de leyes tan restrictivas como la Ley 3/1995, de 23 de marzo, de Vías Pecuarias y sus decretos para las diferentes Comunidades que no permiten la utilización de vehículos motorizados como uso complementario de dichas vías y restringen la circulación y práctica de deportes con vehículos a motor por montes y predios forestales.

La cultura y la conciencia medioambiental del hombre actual es mucho mayor hoy que hace unos años. Es por ello importante que para concienciar a la población no se utilicen métodos restrictivos, sino educativos desde los primeros años de escolarización y reeducativos para aquellos que ya dejaron las aulas hace lustros.

Aunque el desarrollo es evolución, dicha evolución debe ir acompañada de estudios y leyes acordes que permitan una relación equilibrada entre el hombre y su entorno. Las generaciones actuales entienden a la perfección que deben respetar la naturaleza, porque es ésta la que les permite sobrevivir en el planeta Tierra.

No se puede querer desarrollar las comarcas rurales y al mismo tiempo establecer leyes que impidan la evolución de las mismas. Es difícil poder desarrollar algo cuando de un lado sólo hay impedimentos y trabas a las alternativas propuestas. Por eso es importante que todas las partes implicadas se sienten y analicen cómo se puede mantener un desarrollo sostenido de la zona sin perder aquellos valores naturales tan importantes para la propia comarca.

Asimismo sería conveniente plantearse el efecto que el fin de las ayudas tendrá sobre el desarrollo de las comarcas rurales en 2.007. Habría que plantearse si los negocios creados durante este periodo de ayudas son realmente viables o se hundirán al terminar el plazo de ayudas. También habría que preguntarse si las comarcas rurales han llegado a un desarrollo sostenido o también se ahogarán al perder la ayuda.

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[1] Este párrafo ha sido modificado después de su publicación en Agrovia debido a los comentarios realizados el 30 de septiembre de 2004 en el foro de Endureros acerca de «no sudar la camiseta».

El párrafo original decía: «Otro tipo de turista, algo menos dispuesto a sudar la camiseta, pero igual de ansioso por culturizarse y visitar nuevos sitios, es el turista motorizado. Este turista es aquel que se sube en su todo terreno o en su moto off-road para viajar de un sitio a otro por caminos polvorientos, llenos de baches y piedras por donde casi nadie quiere o puede pasar.

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