Artículos etiquetados ‘aumentar autoestima’

Mentiras piadosas

jueves, 14 octubre, 2010

La equidad, la rectitud y la honestidad son algunos de los valores que desde hace siglos se promueven en nuestra sociedad a través de la educación y la religión.  Sin embargo, el ser humano es la única especie sobre la faz de la tierra que ha integrado la mentira como parte de su vida cotidiana, siendo capaz de mentir de forma natural tan a menudo como le sea necesario.

Nuestra sociedad promueve que digamos la verdad en todo momento, pero este comportamiento es un privilegio exclusivo de niños y borrachos.  En el resto de mortales, este comportamiento tan laudable puede suponer un suicidio social para la persona porque, curiosamente, es la mentira que tanto detestamos la que nos permite vivir en sociedad de forma eficaz.

Una de las responsabilidades de nuestros padres es la de darnos las herramientas para que podamos vivir en la sociedad que nos ha tocado.  De esta forma, son ellos quienes, cuando apenas levantamos un palmo del suelo pero tenemos suficiente soltura con el lenguaje como para elaborar frases complejas y preguntas comprometedoras, comienzan a desarrollar nuestras habilidades sociales, integrando en nuestro comportamiento una serie de filtros que eviten esa sinceridad, espontaneidad y naturalidad innata en el ser humano.

Una vez integrados estos filtros en nuestro ser, la mentira aparece de forma natural en cada uno de nosotros, pero a diferencia de lo que podamos pensar inicialmente, la sociedad sólo admite tres tipos de mentira: la de sobrestima, la de asentimiento y la de omisión.

La mentira de sobrestima da sentido al principio de éxito social y así, el hombre tiende a sobrestimarse.  Aunque está obligado a escoger entre la honradez, que le manda no fanfarronear y decir con humildad lo que realmente es, el objetivo de su éxito profesional le obliga a decir a los demás que vale más de lo que realmente es.  Por tanto, nuestra sociedad acepta que no haya candidatos a un puesto de trabajo que digan que no pueden hacer las tareas que les serán encomendadas, aunque ambas partes del proceso de selección sepan que nunca antes las han realizado.

La mentira de asentimiento consiste en no contradecir nunca a quien está frente a ti, en especial si la calidad de la relación puede sufrir por esa contradicción.  Esto ocurre cuando oyes las palabras exageradas de tu suegra y haces como si no las hubieras escuchado, provocando de esta manera un asentimiento tácito.  Uno se dice a si mismo que la suegra es la suegra y que no merece la pena enfadarse con ella, porque te arriesgas a enfadarte con toda una rama de la familia y, en cualquier caso, no vas a ser capaz de cambiar su opinión.

Por último, la mentira por omisión es aquella mentira aparentemente sin importancia que desfigura la realidad no explicándola de manera exhaustiva.  Esto ocurre cuando dices que ayer llegaste tarde a casa, pero omites decir con quién estuviste.  No mientes, pero al omitir un elemento en la explicación tampoco dices toda la verdad, de tal forma que la realidad de las cosas se desnaturaliza y la verdad se pierde en el camino.  Este tipo de mentira permite que la persona mantenga la soberbia, la cual se perdería muy pronto si fuésemos honestos con la realidad.

Aunque la sociedad ha consagrado estas tres mentiras como socialmente aceptables, la mentira no es algo innato en nosotros, por lo que mientras nuestras palabras dicen una cosa, nuestro cuerpo está gritando a los cuatro vientos lo contrario, algo apreciable para el ojo experto.

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Suicidio profesional

martes, 12 octubre, 2010

No cabe duda de que en algunos entornos laborales podemos toparnos con algún mando que nos puede agredir verbalmente y que nos puede humillar delante de nuestros compañeros haciendo que nuestra vida sea un verdadero infierno.  Este tipo de personajes hacen que nuestro corazón se acelere cada vez que están a menos de cinco metros de nosotros, que nuestra presión arterial suba hasta límites que pueden provocar un infarto de miocardio o un derrame cerebral, e incluso son capaces de desarrollar nuestra imaginación hasta el punto de que somos capaces de fantasear con situaciones que hasta entonces nos parecían propias de una película de terror.

Por mucho que este tipo de personas nos humillen y nos lleven hasta límites insospechados, la mayoría de las veces no hacemos ni decimos nada por miedo a perder nuestro puesto de trabajo. Por lo tanto, nuestro sentimiento de rabia y odio hacia dicha persona sigue aumentando de manera exponencial.  Con el transcurso del tiempo es posible que estallemos, arruinando la carrera profesional que veníamos labrando hasta el momento.

Es posible diferenciar dos tipos de personas que pueden tener este tipo de explosiones emocionales.  Por un lado están los que llamaremos los suicidas, masoquistas que no dudan en lanzar al aire todo tipo de comentarios con el único fin de ser despedidos.  Lo único que desean estas personas es ser castigadas por su superior, porque en el fondo gozan siendo maltratadas por la otra persona.  A estas personas no les importa las consecuencias que sus acciones puedan tener sobre su carrera profesional.

En el lado opuesto están las personas a quienes les importa su carrera profesional pero quienes han ido acumulando una carga emocional de tal magnitud que tiende a explotar en el momento más inoportuno, arruinando de esta forma todo lo creado hasta el momento.  Estas personas no gozan con la humillación, sino que desean el respeto de sus compañeros y superiores, pero es la ausencia de autoestima en ellas lo que las lleva a este punto de no retorno.

Si bien las primeras son kamikazes que arriesgan de forma temeraria su carrera profesional, y poco puede hacerse por ellas, las segundas pueden salvarse de la quema si desarrollan su habilidad para gestionar sus emociones, si desarrollan su autoestima y comienzan a quererse un poco más a sí mismas.  Un coach puede ser una ayuda muy positiva en estos casos, ya que puede ayudar a desarrollar la gestión de sus emociones al tiempo que refuerza y eleva la autoestima de la persona a través de la utilización de herramientas que aceleran el proceso.

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Somos diferentes

viernes, 10 septiembre, 2010

Hace unos días una persona me afirmó con rotundidad que «todas las personas somos iguales«, y es cierto, desde el momento en el que nacemos adquirimos unos derechos fundamentales reflejados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 que son independientes del sexo, la raza y las creencias de cada persona.  De igual manera esta igualdad política es la que los movimientos feministas llevan reclamando desde hace más de un siglo con el objeto de que las mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades que sus homólogos masculinos en el mundo laboral.  Sin embargo, durante el transcurso de la conversación me dí cuenta de que la palabra iguales debía ser sustituida por la palabra idénticos, ya que realmente, lo que afirmaba esta persona, era que todos los seres humanos disponemos de las mismas cualidades físicas e intelectuales para realizar con maestría actividades como estudiar, conducir, bailar o jugar al fútbol.

Hace unos tres mil millones de años comenzó la vida en nuestro planeta a partir de una criatura unicelular que tenía que dividirse para poder sobrevivir.  Esta división celular daba como resultado otra copia exacta, por lo que la apariencia permanecía intacta a menos que hubiera una mutación en su estructura.  De esta manera los cambios eran lentos y la apariencia de estos primeros pobladores de la Tierra permaneció inalterada durante millones de años.

No se sabe muy bien cómo la célula se las ingenió para intercambiar genes con otras células hace ochocientos millones de años.  Pero las nuevas células heredaban de esta forma cualquier ventaja de supervivencia adquirida por las células padre y lograban de esta manera ser más fuertes y resistentes que sus progenitoras.  Así aparecerían hace seiscientos millones de años los animales vertebrados, y hace trescientos millones de años los animales comenzaron a respirar y a andar por la tierra como resultado de este intercambio genético.

Hay que tener en cuenta que es este intercambio de ADN el que hace que los propios integrantes de una misma familia tengan rasgos similares entre ellos, aunque en algunas ocasiones puedan ser tan diferentes los unos de los otros.  Actualmente el ser idéntico a otra persona, o tener los mismos caracteres hereditarios, sólo ocurre con los gemelos nacidos de un mismo óvulo, ya que la clonación de seres humanos está prohibida por motivos que atentan contra la ética.

También es importante tener en cuenta que nuestras características físicas y mentales también pueden ser diferentes en función de nuestro sexo, ya que algunas enfermedades o características hereditarias sólo se transmiten a través del cromosoma X o el Y, cromosomas estos que definen el sexo de las personas.

Por tanto es posible que las personas que crean que todos los seres humanos tenemos las mismas capacidades para realizar con maestría todas las actividades de nuestro día a día deban preguntarse si la frustración de encontrar sus limitaciones tiene algo que ver con ello.  Si la necesidad de aumentar su autoestima para no verse como un fracasado está afectando a sus decisiones.  Si el odio que procesa hacia aquellas personas que consiguen sus objetivos y que tienen características diferentes a las suyas no hace que su forma de enfrentarse a la vida sea diferente pudiendo verse arrastrado hacia el abismo y la oscuridad.

Tal vez la mejor manera de proceder en estos casos sea la de mirarse a uno mismo, identificar mis limitaciones reales, mis recursos y plantearme unos objetivos realistas en función de lo que actualmente tengo y lo que puedo adquirir durante mi camino hacia el objetivo marcado; para lo cual un coach es una ayuda puntual en estos momentos de incertidumbre y frustración que me puede permitir mejorar mi vida.

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