Artículos etiquetados ‘habilidades interpersonales’

El jardín privado

martes, 11 octubre, 2011

Allí estábamos todas las personas que habíamos intervenido de una u otra forma en la reforma de aquella casa, desde el arquitecto, pasando por el jefe de obra, hasta el jardinero que había podado los árboles y plantado las gardenias frente al ventanal del salón. Todos mirábamos con orgullo aquel trabajo que nos había llevado algo más de tres meses, tiempo durante el cual habíamos sufrido las inclemencias del tiempo, los retrasos en la entrega de los materiales y todas aquellas penurias que suelen ocurrir cuando alguien lleva a cabo una empresa de estas dimensiones. Pero por fin había llegado el momento de disfrutar de la casa, así que me despedí de todas y cada una de aquellas personas con las que había compartido más de un bocadillo y una botella de vino y cerré la puerta tras de ellos.

Aunque las personas que pasaban por delante de la casa no llegaban a percibir los cambios que se habían llevado a cabo durante los últimos meses, sí es cierto que notaban algo diferente. Algunas personas comentaban al pasar que sería por los tonos otoñales de los árboles del jardín; otros que podría ser la luz de noviembre sobre la casa; y los que pasaban por allí todos los días aseguraban que era la ausencia de personas y camiones entrando y saliendo de la propiedad. Ninguno sabía con certeza qué había pasado, pero todos coincidían en que algo había cambiado.

Los más curiosos del lugar comenzaron a llamar a la puerta para preguntar cómo me iban las cosas y, ya que estaban por ahí, qué es lo que había hecho en la casa durante los últimos meses. A algunas de aquellas personas les contaba por encima las últimas reformas desde la puerta principal señalando con el dedo dónde habíamos hecho qué; a otras las dejaba entrar y las acompañaba por el jardín enseñándolas con detalle las últimas adquisiciones ornamentales; y a unas pocas las invitaba a entrar dentro de la casa para enseñarlas cómo había quedado todo por dentro.

Las personas no somos muy diferentes cuando se trata de mostrarnos a los demás y, al igual que en el caso anterior, hacemos un filtrado con las personas que se acercan a nosotros. De esta forma, no actuamos igual cuando se nos acerca una persona que no conocemos de nada en un bar que cuando lo hace alguien a quien conocemos desde nuestra más tierna infancia.

También es diferente cómo actuamos cuando somos adolescentes a cómo lo hacemos cuando nos acercamos a la cuarentena y seguimos solteros. El tipo de relación en el primer caso es más del tipo “¡entra en mi casa, quiero enseñarte todo lo que tengo!”; mientras que en el segundo puede ser algo más precavida y donde lo único que quiero es dar un paseo con la otra persona por el jardín pero sin que llegue a entrar en mi casa, sin que llegue a conocerme. Tal vez esta reacción sea algo lógico en personas decepcionadas con el amor, pero el caso es que, lo queramos o no, existe en nuestra sociedad.

La pregunta ahora puede ser “Y entonces ¿cómo debemos ser?”. Cada persona actúa de una forma en función del momento. Así unas veces dejaremos entrar a ciertas personas a nuestra casa y, otras, la cerraremos a cal y canto para que no entre nadie. Las diferentes formas de actuar no son ni buenas ni malas, sino formas de actuar. Lo que habría que tener en cuenta es si este comportamiento nos permite alcanzar nuestro objetivo y, tal vez, deberíamos preguntarnos “¿Cómo debería actuar si mi fin último es conseguir la felicidad?

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Troceando elefantes

lunes, 7 marzo, 2011

Desde hace unos meses me ronda por la cabeza la idea de escribir un libro. Hace unas semanas tuve la oportunidad de hablar con un amigo, quien me animó a que lo escribiera y quien se ofreció a ayudarme en lo que necesitara. Estaba motivado y decidido a conseguir mi objetivo, por lo que comencé a preparar el plan de acción. A los pocos días tuve la ocasión de comentarle este tema a otra persona quien, ante el comentario de querer escribir un libro, me respondió: “eso es una gran responsabilidad y un gran esfuerzo, ¡un libro de 300 páginas!”.

Aunque durante la conversación que habíamos mantenido hasta el momento no se había mencionado la extensión del libro, al escuchar “300 páginas” el cielo se desplomó sobre mi cabeza. ¡300 páginas! – repetí en mi cabeza. Obviamente no estoy preparado para escribir algo tan extenso. Ni mis conocimientos sobre el tema son tan amplios ni mi experiencia es tan dilatada como para poder escribir algo tan extenso.

¿Y si escribo algo más corto? – repliqué. ¿Y si empiezo escribiendo cincuenta páginas?” Cincuenta páginas parece algo más asequible. Además, a fecha de hoy tengo material para escribir esas cincuenta páginas. De hecho, me puedo comprometer y responsabilizar para sacar un borrador en un tiempo determinado. Parece que cincuenta es el número adecuado para empezar ¿quién ha dicho que un libro deba tener trescientas y no cincuenta páginas?

Obviamente este es un ejemplo que puede no darse todos los días, pero ¿cuántas veces se nos ha presentado un problema o un nuevo reto que nos ha parecido tan grande que no sabíamos por dónde agarrarlo, o por dónde comenzar? Y esto que parece que sólo nos puede ocurrir en el trabajo, también nos puede suceder en nuestras relaciones personales. Y claro, cuando algo nos sobrepasa… ¡se nos cae la moral a los pies!

En estos casos es importante recordar la famosa pregunta: ¿Cómo te comes un elefante? La respuesta más normal es: ¡imposible, es demasiado grande! Pero ¿qué ocurre si lo troceamos, podrías comerlo entonces? En ese caso las respuestas comienzan a cambiar: “Si, si el trozo es lo suficientemente pequeño como para que me quepa en la boca… ¡entonces si

Efectivamente, si somos capaces de partir nuestros retos, o nuestros problemas, en trozos lo suficientemente pequeños como para que podamos ingerirlos sin atragantarnos, entonces seremos capaces de comernos el mundo entero.

En estos casos también es importante tener en cuenta nuestras habilidades, ya que en función de la destreza que tengamos con ellas, seremos capaces de realizar las tareas de forma más rápida y eficaz, es decir, podremos comernos trozos más grandes del elefante.

No importa lo grande que sea el asunto que tenemos entre manos, si somos capaces de cortarlo en pedazos pequeños, nos resultará más sencillo llevar a cabo la tarea sin que nos desmoralicemos.

¿Cuál es el reto que has dejado aparcado porque te parecía imposible llevar a cabo sin trocearlo?

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Busco tu felicidad

jueves, 11 noviembre, 2010

Hace unos días María Teresa Fernández de la Vega tomaba posesión de su cargo como miembro del Consejo del Estado y recalcaba que «el primer objetivo de un gobernante es buscar la felicidad de sus ciudadanos«.  Estas palabras, posiblemente acertadas a nivel político, muestran en cierta medida el talante que las clases dominantes tienen en nuestro país para con sus subordinados: «haz esto, porque yo sé lo que es bueno para ti«.

Cuando todavía somos unos tiernos infantes nuestros padres nos dicen lo que tenemos que hacer porque, desde su punto de vista, buscan lo mejor para nosotros: «cómete las espinacas para ponerte como tu papá«, «tómate el zumo para ser tan alto como tu hermano mayor«.  De hecho no es raro encontrar en los medios de comunicación empresas que utilizan este tipo de comportamientos para vender sus productos.

Según nuestros vástagos van creciendo y tomando consciencia de su identidad, las regañinas comienzan a ser más frecuentes e intensas, hasta llegar a su apogeo durante la adolescencia.  Este es el momento donde se escuchan las famosas frases: «está en la edad del pavo» o, «está en la edad del armario» o, «está en la edad de mandarlos a tomar vientos«.  Y puede que también sea durante esta etapa de nuestra vida, mientras desarrollamos nuestra identidad, que comencemos a buscar la felicidad, aunque no sepamos muy bien por dónde empezar o lo que realmente es ser feliz.

La responsabilidad de nuestros padres no es la de buscar nuestra felicidad, sino la de ayudarnos a encontrarla a través de la educación que nos ofrecen, los valores personales que nos muestran día a día, el manejo de herramientas que nos permitan ser independientes y el descubrimiento de aquellas pequeñas cosas con las que ser felices.

De igual manera, el objetivo de nuestros gobernantes no es el de buscar nuestra felicidad, a menos que con ello lo único que busquen sea manipularnos emocionalmente para que hagamos lo que ellos quieren.  Este miedo a ser más infelices de lo que somos actualmente nos hace realizar aquellas tareas que nos indican aunque no nos agraden.  Este comportamiento sólo demuestra una falta de empowerment que hace que sea más sencillo para ellos mandar que liderar.

De todo esto se puede aprender que cada persona debe buscar su propia felicidad, ya que sólo nosotros sabemos qué es lo que nos hace felices en cada momento, aunque no tengamos muy claro cómo llegar allí.  El hecho de no saber cómo obtener la felicidad no quita para que no sepamos lo que nos hace felices.  Los padres y gobernantes pueden aprender a utilizar las técnicas que utiliza un coach para motivar a sus clientes y así ayudar a sus subordinados a definir sus objetivos y ser felices.

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Mentiras piadosas

jueves, 14 octubre, 2010

La equidad, la rectitud y la honestidad son algunos de los valores que desde hace siglos se promueven en nuestra sociedad a través de la educación y la religión.  Sin embargo, el ser humano es la única especie sobre la faz de la tierra que ha integrado la mentira como parte de su vida cotidiana, siendo capaz de mentir de forma natural tan a menudo como le sea necesario.

Nuestra sociedad promueve que digamos la verdad en todo momento, pero este comportamiento es un privilegio exclusivo de niños y borrachos.  En el resto de mortales, este comportamiento tan laudable puede suponer un suicidio social para la persona porque, curiosamente, es la mentira que tanto detestamos la que nos permite vivir en sociedad de forma eficaz.

Una de las responsabilidades de nuestros padres es la de darnos las herramientas para que podamos vivir en la sociedad que nos ha tocado.  De esta forma, son ellos quienes, cuando apenas levantamos un palmo del suelo pero tenemos suficiente soltura con el lenguaje como para elaborar frases complejas y preguntas comprometedoras, comienzan a desarrollar nuestras habilidades sociales, integrando en nuestro comportamiento una serie de filtros que eviten esa sinceridad, espontaneidad y naturalidad innata en el ser humano.

Una vez integrados estos filtros en nuestro ser, la mentira aparece de forma natural en cada uno de nosotros, pero a diferencia de lo que podamos pensar inicialmente, la sociedad sólo admite tres tipos de mentira: la de sobrestima, la de asentimiento y la de omisión.

La mentira de sobrestima da sentido al principio de éxito social y así, el hombre tiende a sobrestimarse.  Aunque está obligado a escoger entre la honradez, que le manda no fanfarronear y decir con humildad lo que realmente es, el objetivo de su éxito profesional le obliga a decir a los demás que vale más de lo que realmente es.  Por tanto, nuestra sociedad acepta que no haya candidatos a un puesto de trabajo que digan que no pueden hacer las tareas que les serán encomendadas, aunque ambas partes del proceso de selección sepan que nunca antes las han realizado.

La mentira de asentimiento consiste en no contradecir nunca a quien está frente a ti, en especial si la calidad de la relación puede sufrir por esa contradicción.  Esto ocurre cuando oyes las palabras exageradas de tu suegra y haces como si no las hubieras escuchado, provocando de esta manera un asentimiento tácito.  Uno se dice a si mismo que la suegra es la suegra y que no merece la pena enfadarse con ella, porque te arriesgas a enfadarte con toda una rama de la familia y, en cualquier caso, no vas a ser capaz de cambiar su opinión.

Por último, la mentira por omisión es aquella mentira aparentemente sin importancia que desfigura la realidad no explicándola de manera exhaustiva.  Esto ocurre cuando dices que ayer llegaste tarde a casa, pero omites decir con quién estuviste.  No mientes, pero al omitir un elemento en la explicación tampoco dices toda la verdad, de tal forma que la realidad de las cosas se desnaturaliza y la verdad se pierde en el camino.  Este tipo de mentira permite que la persona mantenga la soberbia, la cual se perdería muy pronto si fuésemos honestos con la realidad.

Aunque la sociedad ha consagrado estas tres mentiras como socialmente aceptables, la mentira no es algo innato en nosotros, por lo que mientras nuestras palabras dicen una cosa, nuestro cuerpo está gritando a los cuatro vientos lo contrario, algo apreciable para el ojo experto.

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Gestión del cambio

lunes, 19 julio, 2010

El cambio es algo que está presente en nuestras vidas desde el momento en que somos concebidos.  Los cambios celulares de los que no somos conscientes no nos suelen preocupar, a menos que estos degeneren en una enfermedad que sea detectada.  Sin embargo, aquellos cambios que se producen en nuestro entorno y que afectan a nuestra identidad o forma de vida son contra los que nos revelamos y debemos aprender a gestionar.

Hace unos días el gimnasio al que acudo habitualmente cambió de instalaciones.  Aunque el nuevo local es más grande y algunas de sus máquinas y servicios son completamente nuevos, un gran número de personas no estaban del todo contentas con la distribución de las máquinas, la entrada a las salas, los vestuarios, o cualquier detalle que fuera diferente a lo que ellas estaban habituadas, siendo algunas de las frases más escuchadas: «el otro gimnasio era mejor«, «me voy a ir de aquí«, «esto no me gusta nada«.

En nuestra vida sentimental los cambios tampoco son bien recibidos.  Si no tenemos pareja y comenzamos una relación con una persona nueva, la entrada de ésta en nuestras vidas, y más en concreto en nuestra casa, puede hacer que nuestro cuerpo experimente sensaciones hasta entonces desconocidas debidas a los comportamientos de la otra persona que nos estresan sin razón aparente.  Cuántas veces habremos escuchado: «es que me lo cambia todo de sitio«, «es que me quiere redecorar la casa«, «es que me quita el mando de la televisión«, «es que me deja los calcetines sobre el sofá«, «es que no mete las cosas en la lavadora«.

Algo parecido ocurre cuando nuestros hijos vuelven al hogar familiar a pasar unos días de vacaciones.  Y no digamos nada si estos vienen acompañados por su pareja e hijos.  En estos casos los progenitores experimentan un desasosiego que puede terminar colmando el vaso y haciendo que un camino de rosas se convierta en un auténtico calvario si no se tiene un poco de sentido del humor.

Ante un cambio las personas se pueden resistir e intentar no amoldarse a dicho cambio.  En el caso del gimnasio los clientes se pueden ir a otro gimnasio de la zona; frente a una relación de pareja puedo ir yo a su casa en vez de que venga la otra persona a la mía, o romper la relación si no nos lleva a ningún sitio; en vacaciones puedo buscar otro lugar donde pasar mi tiempo libre que no sea molestando a mis padres o a los de mi pareja; y en el caso de un trabajo… ¡me puedo buscar otro!

Todo cambio que suframos en nuestra vida personal es, en mayor o menor medida, importante para nosotros.  En esos momentos es normal que algunas personas tengan miedo a ese cambio porque tal vez crean que al cambiar dejarán de ser ellas mismas: «Si cambio ya no soy yo«.

Por el contrario, otras personas consideran que el cambio es positivo, que las aporta nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo.  Estas personas están dispuestas a adaptarse a los cambios porque tienen en su mente un objetivo superior al mero hecho de dejar de ser ellas mismas: crecer como personas.

En cualquier caso hay que tener en cuenta que las personas pueden cambiar, si bien la velocidad de adaptación a la nueva situación dependerá de la edad de la persona, su bagaje cultural y su forma de ser.

También es importante tener en cuenta que los cambios progresivos son menos impactantes y obtienen menos rechazo que aquellos que son de un día para otro y a la persona le supone un cambio drástico en su forma de actuar.  Por eso las grandes empresas llevan años desarrollando sus departamentos de recursos humanos en el área de gestión del cambio, para que sus empleados puedan ser ayudados de forma progresiva con la adaptación de la empresa a su nuevo entorno empresarial, tanto en relación con las nuevas tecnologías como en los cambios debidos a una crisis económica.

Un coach puede ayudar a las personas a sobrellevar un cambio drástico a través de la metodología empleada en el coaching, así como a aquellas personas que consideren que su vida personal o profesional debe cambiar para poder conseguir de una vez por todas sus objetivos.  El desarrollo de habilidades interpersonales es un buen ejemplo de cambio en el comportamiento que beneficia a la persona en su entorno laboral y personal.

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Podemos

martes, 13 julio, 2010

Después de un mes de lucha y sufrimiento la selección española de fútbol ha conseguido lo que muchas personas deseaban pero pocas esperaban que pudiera conseguir algún día:  ser campeones del mundo.

Desde el inicio de esta competición en 1930, los diferentes jugadores que han formado parte de la escuadra española han luchado por obtener el Trofeo Jules Rimet, trofeo que desde 1974 fue sustituido por el que ahora se conoce como Copa del Mundo y que representa a dos figuras humanas sosteniendo la Tierra.  La mala fortuna persiguió a la selección española durante décadas obstaculizando su paso a semifinales.  Este fracaso de la selección ha sido una continua decepción para sus más fieles seguidores, algunos de los cuales apenas mantenían la esperanza de lograr algún día tan preciado trofeo.

A comienzos de este siglo los integrantes de la Furia parecen tomar conciencia de los cambios experimentados en los deportes de élite, por lo que al mismo tiempo que se preparan técnicamente comienzan a entrenar su mente.  Este cambio de actitud permite que en 2008, y de la mano de Luis Aragonés, la Furia se haga con la Copa de Europa.

Otro cambio de actitud que se ha podido comprobar durante el pasado Mundial en Sudáfrica es la labor de coaching de equipo realizada por su entrenador Vicente del Bosque.  Esta labor ha sido fundamental para que la Copa esté ahora entre nosotros durante los próximos cuatro años.

Son actos históricos como estos los que permiten que las personas crean en los cambios y sean audaces para crear así nuevas oportunidades en su vida.  De hecho, los expertos aseguran que el PIB de España crecerá durante los próximos años en un 0,7% debido al mero hecho de haber conseguido la estatuilla de oro, si bien, este crecimiento puede estar más relacionado con el hecho de que las personas son capaces de creer que realmente pueden cambiar y conseguir aquellos objetivos que se proponen tanto en su vida personal como profesional más que al mero hecho de tener en el territorio nacional el preciado trofeo.

Ahora es un buen momento para que las empresas fomenten entre sus empleados la posibilidad de desarrollar sus habilidades interpersonales, porque sus empleados están disponibles y han visto que pueden cambiar, porque su selección lo ha hecho.  Y durante este proceso de cambio las personas pueden estar acompañadas por un coach que les ayude a definir sus objetivos de forma más eficaz, a crear su plan de acción y a analizar aquellas creencias limitantes que bloquean la creación de un equipo de alto rendimiento en el que poder trabajar.

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Empatía emocional

lunes, 12 julio, 2010

Hace unos meses una amiga recibió una llamada a las nueve de la mañana.  Al descolgar el teléfono, la voz al otro lado del aparato la dijo: «¿Es usted la madre de Fulanito? – Sí, soy yo- ¿Está sola? – Sí –  Siéntese… su hijo ha fallecido en accidente de tráfico esta madrugada«.  Esta escena, que puede parecer inusual, se produjo 1.902* veces en 2009 y se ha producido en 762* ocasiones en lo que va de año.

La campaña estival de la Dirección General de Tráfico (DGT) nos muestra una escena muy similar a la descrita en el párrafo anterior.  De hecho, durante los últimos años las campañas publicitarias de la DGT han estado cargadas de polémica por el realismo y crudeza de algunas de las imágenes mostradas al público, lo que ha hecho que los expertos se planteen si la emisión de dichas imágenes es la mejor manera de concienciar al público de los riesgos de una conducción imprudente.

Desde hace unas semanas, el Ministerio del Interior comienza su propia campaña publicitaria en radio invitando a los más de 40 millones de usuarios de teléfonos móviles a incluir en la agenda de su teléfono las siglas AA (Avisar A) con el objeto de poder contactar con el pariente más cercano en caso de que el usuario de dicho aparato sufra un accidente.

Las nuevas tecnologías florecen desde hace años en nuestros bolsillos, tanto en forma de móviles de tercera generación como de D.N.I. electrónico; o en los colegios y universidades con aparatos que facilitan la docencia.  El efecto de las nuevas tecnologías también se nota en las empresas, las cuales han podido reducir los gastos de viajes de personal gracias a las vídeo-conferencias.  Todo avance tecnológico que suponga una mejora para nuestro bienestar debe ser considerado como positivo.

Sin embargo, tal y como muestra George Clooney en su película Up in the air, hay situaciones donde las nuevas tecnologías no deben sustituir al ser humano.  Alguno de estos casos son: la ruptura de pareja, el despido de un empleado o el fallecimiento de un ser querido.  En estos momentos, y en otros de gran calado emocional, es necesaria la presencia de una persona que pueda ayudarnos a sobrellevar el dolor de la pérdida sufrida.

Es posible que las nuevas tecnologías nos ahorren tiempo y dinero, que mantengan nuestro anonimato e incluso que nos permitan salir de una situación emocionalincómoda con el simple gesto de colgar el teléfono.  Quizás utilizar campañas publicitarias con imágenes de cierta crudeza sea lo que necesiten los espectadores para concienciarlos de los peligros de la carretera, pero al mismo tiempo estamos consiguiendo que aquellas personas con menor habilidad para gestionar sus emociones se oculten detrás de sus fortalezas invisibles, encerrándose en su mundo y haciéndose más insensibles ante aquellas situaciones de alto calado emocional.

La falta de empatía, el distanciamiento de los problemas ajenos puede hacer que algunas personas vuelvan a casa sin una mochila adicional cargada de emociones negativas que no saben gestionar, pero al mismo tiempo, esa falta de desarrollo emocional nos puede hacer más inhumanos con el paso del tiempo.

La buena noticia es que las personas podemos aprender a gestionar nuestras emociones.  Un coach puede acompañarte en el desarrollo de esta habilidad interpersonal que con el tiempo puedes llevar a tu trabajo porque, si es importante el contacto personal cuando se le informa a una persona que está despedida ¿no sería más importante hacerlo de forma personal cuando se le informas del fallecimiento de un ser querido?

* Fuente: Estadísticas e indicadores de la DGT. Comparativa mensual de víctimas mortales en los dos últimos años. Datos a fecha 6 de julio de 2010.

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Ganar más dinero

jueves, 11 febrero, 2010

Desde que somos pequeños realizamos actividades que nos pueden reportar algún ingreso económico con el que poder comprar cromos o golosinas. Según vamos creciendo y adquiriendo mayor responsabilidad y conocimientos esas actividades se convierten en trabajos mejor remunerados que nos permitirán comprar objetos más caros y sofisticados. Al llegar a la edad adulta y comenzar nuestra vida laboral la necesidad de poseer objetos y disfrutar de la vida no disminuye, por lo que mantenemos en el punto de mira el objetivo de ganar más dinero. Pero habiendo llegado donde has llegado ¿cómo puedes ganar más dinero?

La respuesta automática de muchas personas ante esta pregunta es «trabajando más«. Efectivamente, esto es totalmente cierto en aquellos casos en los que mis ingresos dependen del número de horas durante las que realizo esa actividad. Así, ganaré más dinero al final de la semana si doy 20 horas de clases particulares que si sólo doy la mitad.

Otra respuesta menos automática pero igual de válida que la anterior es «siendo más eficiente«. Correcto, si consigo ser más eficiente en mi profesión u oficio y sacar más trabajo adelante en el mismo número de horas tendré mayores ingresos a final de mes. De esta forma, si trabajo de jardinero, cuantos más metros cuadrados de césped consiga cortar en una hora, más clientes podré tener y por tanto más dinero ganaré.

Una tercera respuesta que se suele dar en un contexto económico diferente al de recesión actual es «cambiando de empresa«. Una respuesta del todo acertada. Una persona puede cambiar de empresa para mantener una ocupación similar a la que tenia y aumentar sus ingresos económicos con el cambio.

Sin embargo, puede llegar el momento en el que mi cuerpo alcance su cuota de horas semanales de trabajo sin desfallecer, que los procesos para sacar más trabajo adelante hayan sido optimizados hasta tal punto que sea casi imposible mejorarlos, y que cambiar de empresa nuevamente suponga una desventaja más que favorecer un incremento salarial. Llegados a este punto ¿cómo puedo ganar más dinero?

Después de unos segundos pensando son pocas las personas que ahora responden «aportando valor«. Ciertamente, desde hace unos años se viene hablando mucho de aportar valor al cliente o del valor añadido de nuestros servicios, y sin embargo son pocas las personas capaces de entender plenamente este concepto tan básico para incrementar nuestros ingresos.

A diferencia de los gobiernos de algunos Estados cuya democracia es más una mediocracia, e incluso en algunos casos y para mantenerse en el poder son capaces de fomentar la kakistocracia, o lo que es lo mismo, el gobierno de los peores; las empresas de nuestro país siguen fomentando en la mayoría de los casos la meritocracia o la aristocracia, entendida esta última como el gobierno de los mejores.

Los mejores no son los que más trabajan, es decir, los que más horas se quedan en su lugar de trabajo. De hecho, las culturas anglosajonas ven este comportamiento como ineficaz, y no es difícil escuchar alguna leyenda urbana sobre despidos de empleados que se quedaban más horas de las establecidas por ser considerados por la empresa como empleados poco eficientes.

Los mejores empleados suelen ser personas que, además de tener las habilidades técnicas que les permiten crecer hacia puestos de mayor responsabilidad, aportan valor a la empresa a través de sus virtudes – como la responsabilidad – o de su talento. Personas capaces de liderar, influyendo, guiando y coordinando sus esfuerzos con los demás a fin de conseguir sus objetivos: convertir la visión de la empresa en realidad.

En definitiva, las personas que quieran ganar más dinero deberán entrar en la liga de las estrellas, en el grupo de los mejores, para lo que deberán desarrollar sus habilidades interpersonales y sus capacidades de liderazgo, aportando de esta forma valor a su empresa. Aquellas personas que sean capaces de llegar a este punto se olvidarán para siempre de la pregunta formulada al principio de este artículo.

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Personas tímidas

lunes, 25 enero, 2010

El alago o el piropo de esa persona que nos llama la atención suele ser el detonante clásico por el que nuestras mejillas acumulan una cantidad ingente de sangre durante un corto periodo de tiempo.  Periodo éste suficiente para que los presentes se den cuenta de que nos sentimos avergonzados.  Pero el hecho de sonrojarnos puede darse en muchas otras ocasiones, desde cuando cometemos una torpeza delante de un grupo de personas hasta cuando tenemos que presentarnos ante una persona del sexo contrario que nos puede resultar atractiva.  En todos los casos existe un factor común: nos estamos jugando algo.

Hasta hoy en día siempre hemos dividido a las personas en dos grupos: los tímidos y los atrevidos.  Dentro del primer grupo englobábamos a las personas más temerosas, medrosas o cortas de ánimo.  Mientras que en el segundo incluimos a aquellas personas determinadas a hacer algo arriesgado.  Pero si tenemos en cuenta lo dicho en el párrafo anterior, a partir de ahora deberíamos dividir a las personas también en dos grupos, pero esta vez los diferenciaríamos como: los que se juegan algo y los que no lo hacen.

Visto de esta forma, cualquier persona que conozcamos puede ser una persona tímida en algún momento de su vida.  Efectivamente, por muy segura que parezca una persona, siempre existen áreas que pueden ser desarrolladas.  Nadie es perfecto.  Nadie es seguro al ciento por ciento.  Es en ese momento, cuando la persona topa con esa característica menos desarrollada, con ese valor más preciado que puede perder, que florece un miedo casi irracional en su interior.  Un miedo que lo puede llegar a paralizar e impedir que dé un paso más, que siga hacia delante con su vida.

De esta forma podemos afirmar que en función del entorno en el que nos encontremos y de nuestras habilidades interpersonales y recursos propios adquiridos durante nuestra vida, así podremos sentir que nos jugamos más o menos al enfrentarnos a un nuevo reto.  De hecho, una persona tímida en el trabajo, puede que no lo sea cuando se junta con sus amigos.

Como ya he mencionado antes, es importante tener en cuenta lo que cada persona se juega en ese momento determinado.  Una persona se puede sentir temerosa al acercarse por primera vez a hablar con la persona por la que siente cierta atracción, mientras que otra puede sentir la misma sensación cuando se acerca a hablar con su jefe para solicitar un aumento de sueldo o un horario más flexible.  ¿En qué situación tengo más que perder?  En función de cuál sea la respuesta cada persona actuará de forma más introvertida en una situación que en otra.

Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas no sufren de una timidez patológica, es decir, que les impide conseguir todo aquello que desean: una pareja, un ascenso en el trabajo, unos amigos, etc. la mejor manera de proceder ante una situación de timidez es preguntarse ¿qué es lo que quiero? Esta simple pregunta puede ayudarnos a enfocar nuestro objetivo y a quitar relevancia a lo que podemos perder.  El hecho de ser conscientes de que el premio es mayor a lo que tenemos que perder, puede hacer que nos compense el riesgo.

Otra manera de proceder ante un ataque de timidez es pensar en la muerte, es decir, preguntarnos ¿cómo me sentiría si muero mañana y no he hecho esto? ¿o si no he hablado con esta persona?  ¿o si no la he mostrado mis sentimientos? ¿o si no he pedido el aumento de sueldo?

Una vez nos hemos envalentonado para hacer y decir las cosas, la consecución de nuestro objetivo se ve más cerca, al tiempo que nuestros miedos y bloqueos se alejan de nuestro entorno y comenzamos a tener más cosas en común con las personas con una personalidad arrolladora.

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¿Dónde me equivoqué?

domingo, 27 diciembre, 2009

Después de una ruptura de pareja alguna de las partes se puede preguntar ¿dónde me equivoqué?  Esta pregunta puede ser muy importante si nos permite mejorar nuestra próxima búsqueda de pareja, sin embargo, es importante que no se convierta en una pregunta obsesiva que me recrea en la pérdida de esa persona fomentando mi victimismo e impidiendo seguir adelante con mi vida.

El entrar en este comportamiento compulsivo donde recreo una y otra vez la pregunta fustigándome con ella, además de no ser muy positivo para nuestro equilibrio mental, sólo aumenta nuestro victimismo.  Un victimismo que, por otra parte, mitiga en parte la perdida que acabamos de sufrir, pero que impide nuestro desarrollo personal y aumenta el tiempo para que podamos estar disponibles para otra relación.

Otra alternativa que suele darse a menudo se puede simplificar con la frase un clavo quita otro clavo.  Es cierto que comenzar una nueva relación a las pocas horas de concluir la anterior puede mitigar en cierta manera el dolor de dicha pérdida.  Sin embargo, estas relaciones puente no son más que eso, una relación pasajera donde posiblemente vuelva a cometer los mismos errores que en la anterior, o exactamente los opuestos debido al efecto rebote que tiene lugar en la persona al intentar evitar los fallos cometidos en su relación anterior.

Es importante tener en cuenta que toda pérdida requiere de un tiempo de duelo.  Un tiempo durante el cual mi YO no está disponible para nada ni para nadie.  Hace unas décadas, las viudas de nuestro país vestían de negro durante un año antes de comenzar una nueva relación, mostrando así que estaban de luto por la pérdida de su marido.  Si bien la ruptura de una pareja es menos drástica que la muerte, no por ello es menos dramática para algunas personas.  ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguna persona decir que todavía se acordaba de su pareja después de dos o tres años desde la ruptura?

Cada persona tendrá una manera de proceder ante la ruptura de su pareja, sin embargo es importante tener en cuenta que un tiempo de duelo puede ser positivo para llegar a comprendernos un poco mejor y desarrollar aquellas habilidades interpersonales en las que más hayamos flaqueado, así como para reflexionar y recabar información sobre la persona que busco para pasar el tiempo conmigo.  Asimismo es importante evitar en la medida de lo posible el victimismo y la autoflagelación, así como todas aquellas preguntas que me enganchan en un búcle y que sólo debilitan la autoestima.

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