Artículos etiquetados ‘comunicacion no verbal’

La vía muerta

domingo, 25 marzo, 2012

Mario llevaba años construyendo vías ferroviarias. Su pasión era construir caminos de acero que llevaran de un punto “A” a otro “B” en el menor tiempo posible. No le gustaba pensar que los futuros usuarios de esas vías tendrían que permanecer durante horas sentados en el asiento de su vagón mientras veían pasar el paisaje frente a sus ojos a toda velocidad. Hasta la fecha había conseguido que todos sus trenes llegaran a su destino sin problema, de forma rápida y sin causar muchos trastornos a los viajeros.

Un día, no muy diferente a otro cualquiera, le dieron un nuevo proyecto. Tenía que construir una vía que salía de un punto marcado con una gran equis en su mapa, pero cuyo destino estaba todavía por determinar. Esto era completamente nuevo para él – ¿hacia dónde tengo que dirigirme? – se preguntaba – ¿Norte, Sur, Este u Oeste? Aquello era una gran incógnita. Sus jefes le dijeron que utilizara su intuición y experiencia para esta nueva obra, pero aún así a Mario no le quedaba muy claro cuál era su objetivo final. Aún así se puso manos a la obra y mandó sus excavadoras hacia aquella gran equis marcada en su mapa.

Después de unos días el equipo de trabajo estaba listo para comenzar a quitar la maleza, allanar la tierra con enormes apisonadoras, apuntalar los raíles sobre las traviesas y hacer las pruebas de alineación necesarias para confirmar el paralelismo del carril. Sin embargo, todavía nadie le había comunicado hacia dónde se tenían que dirigir. Puesto que el tiempo apremiaba, Mario decidió comenzar las obras en la dirección que su cuerpo le pedía. Aunque esa misma intuición le decía que ese camino no llevaba a ningún sitio.

Los días pasaron y las enormes máquinas seguían moviendo las tierras, compactando las capas superficiales contra las más profundas para que las lluvias, los vientos y el paso de los pesados vagones no afectaran a ese camino por el que algún día miles de viajeros tendrían que transitar. Sin embargo, la ubicación de ese segundo punto, el punto al que su vía tenía que llegar, seguía sin estar clara.

Tras varios meses de trabajo y esfuerzo Mario y su equipo habían tirado varios cientos de kilómetros de raíles sobre aquellas tierras tan inhóspitas en algunas ocasiones como bellas y agradecidas en otras. El tiempo para que la Dirección de la empresa hubiera tomado una decisión sobre el destino final de aquella vía había sido más que prudente. Tal vez por ese motivo, por priorizar la eficacia de sus obras, o por las continuas interrupciones que su intuición hacia a lo largo del día en su cabeza, Mario decidiese aquella mañana de primavera, tras el habitual desayuno en la caseta junto al resto de su equipo, concluir el proyecto a las 17:00 horas de aquel mismo día.

Durante toda la mañana sus hombres estuvieron trabajando sin descanso, como lo venían haciendo hasta ahora. Tras el almuerzo ninguno de ellos bajó el ritmo por ver que se acercaba la hora del fin de la obra, sino que lo aumentaron un poco más con el objeto de arañar unos metros más a aquella obra, tal y como lo hacen los grandes campeones cuando ven la línea de meta a su alcance y quieren robar unos segundos al cronómetro. Al dar las 17:00 horas todo el equipo paró su actividad. Los que tenían un pico o una pala, dejaron la herramienta en el suelo. Aquellos que estaban subidos en sus monstruosas máquinas apagaron sus motores para que el silencio recuperase su autoridad entre aquellas colinas. Los integrantes del equipo se miraron los unos a los otros, miraron a su alrededor y sus miradas terminaron posándose sobre la persona de Mario, quien los miró, observó su alrededor, y se preguntó para sí mismo – ¿a dónde hemos llegado? -.

En algunas ocasiones las personas nos embarcamos en iniciativas que desde el principio sabemos que son una vía muerta que no nos lleva a ningún sitio en concreto. No importa si estos proyectos son personales, profesionales o de cualquier otro tipo, lo único que sabemos es que nuestra intuición nos dice que no tiene muy claro el objetivo final de esa empresa. Aún así comenzamos a hacer tareas que nos roban tiempo y esfuerzo, cuando no también dinero, tal vez con el único objetivo de pasar el tiempo sin estar mirando a las musarañas.

Al final del día, cuando nos damos cuenta del fracaso de esa misión, nos damos de cabezazos contra la pared por haber sido tan estúpidos, por no haber hecho caso a aquellos detalles imperceptibles que nuestro cerebro captaba pero que nuestra razón intentaba dejar a un lado.

Las vías muertas existen y seguirán existiendo siempre y cuando nosotros queramos construirlas. Las razones para ello pueden ser muy diversas, y varían en función de cada persona y sus circunstancias. Lo importante de todo esto no es sólo darse cuenta de que hemos entrado en una empresa que es una vía muerta y no nos lleva a ningún sitio, sino también ser conscientes de lo que nos ha empujado a embarcarnos en esa empresa sin futuro, de nuevo.

Etiquetas: , , , , ,
Publicado en coaching personal | Comentarios desactivados en La vía muerta

Somos novios

viernes, 11 febrero, 2011

Entre los seis y los once años pasamos por una etapa de rechazo absoluto hacia el sexo contrario. Nuestra falta de control sobre nuestro lenguaje corporal nos delata cada vez que alguna persona del otro género nos atrae. Esto hace que ante la afirmación de “¡Juanito tiene novia!” o “¡A María le gusta Pedro!” con cierto retintín, perdamos el juicio y nos abalancemos a la rodilla -su yugular todavía nos queda muy alta- de la persona que ha osado decir tal atrocidad.

Con el paso del tiempo las personas del sexo contrario nos comienzan a atraer cada vez más, y el hecho de estar con ellas nos agrada. De hecho buscamos activamente el mantener relaciones duraderas con esa persona que ha llamado nuestra atención. Y aunque con la edad hemos aprendido a ser discretos y a controlar nuestras emociones en público, nuestro lenguaje corporal nos sigue delatando cuando estamos junto a esa persona delante de los amigos. No importa que aseveremos por activa y por pasiva que “sólo somos amigos”, ellos perciben que existe algo más.

El trato al supuesto “amigo” revela de forma inequívoca nuestras intenciones para con él. El arreglarle el cuello de la camisa, el compartir una misma copa de vino, la posición que adoptamos al sentarnos en un grupo de personas, o el sutil roce en la rodilla al levantarse de la silla, hace que el resto de los presentes perciban algo más que una mera amistad entre los supuestos amigos.

La comunicación no verbal es fundamental durante el cortejo de la pareja, pero también lo es después. La complicidad que podemos adquirir en muy poco tiempo con la otra persona depende de la empatía que tengamos con ella y de la capacidad de observación que hayamos desarrollado con el paso de los años. De esta forma, una sola mirada es suficiente para saber lo que la otra persona está pensando, cómo se lo está pasando, o lo que quiere hacer cuando se vayan los invitados.

Es posible que a partir de los cuarenta no nos importe que nos pongan a ciertas personas como pareja, de hecho algunos padres están deseando que sus hijos tengan por fin una relación estable para que se vayan de casa de una vez por todas. Pero también es posible que en ocasiones tengamos una pareja y no nos hayamos percatado de ello ¿con quién coqueteas furtivamente? ¿Quién te roza o te mira y aún hoy te sonroja al hacerlo?

Etiquetas: , , , , , ,
Publicado en coaching personal | Comentarios desactivados en Somos novios

Coqueteos furtivos

viernes, 5 noviembre, 2010

El otro día estaba esperando mi turno en la caja del supermercado.  Delante de mi tenía a un chico joven bien parecido.  En la caja, una chica con el pelo recogido en una coleta no cesaba de pasar por el escáner la infinidad de artículos de la clienta que nos precedía sin levantar la mirada.  Tras pasar el último código de barras por el dispositivo, pulsar la tecla de total y lanzar al aire un «son veinticinco con treinta» elevó la mirada para ver quién era el siguiente cliente.  A partir de ese instante las cosas sucedieron en una fracción de segundo.

Al ver al que para ella era un apuesto galán, la empleada bajó la mirada y, antes de coger el dinero que la señora la estaba dando para pagar su compra, lanzó su mano izquierda hacia la goma que sujetaba su pelo y la arrancó literalmente de su cabello.  Su hermosa melena cayó sobre sus hombros y se prolongó por la espalda realzando su belleza.  Tan rápido fue todo que ni la señora que estaba frente a ella ni el propio joven se dieron cuenta de este movimiento semiautomático de la joven.

Una vez comenzó a pasar los productos del chico por el escáner la empleada apenas tuvo contacto ocular con su cliente, demostrando de esta forma cierta timidez ante su caballero.  Sólo cuando le entregó el recibo con las vueltas levanto ella la vista y lo miró a los ojos.  Cuando él la miró ella retiró sus ojos hacia la caja, como si algo se la hubiera perdido en ella.

Las señales que emitimos para comunicarnos pueden ser tan sutiles que en muchas ocasiones nos perdemos el mensaje subliminal que el remitente ha querido transmitirnos furtivamente, como en este caso.  Es probable que si el chico hubiera estado atento a estas señales y hubiera estado disponible le podría haber pedido el teléfono, o directamente para salir, sin miedo a recibir un «no» por contestación.

Esta secuencia de la vida cotidiana nos demuestra que es la mujer la primera en dar el primer paso, pero que es el hombre quien, no sólo tiene que ser hábil en captar las señales que emite su compañera, sino que también debe ser diestro en el arte de seducir.  Cualquier caballero puede ser el hombre perfecto para una mujer y, cuando se dé el caso, ella se lo hará saber de forma sutil.

Hay que tener presente que las personas quieren comunicarse aunque no salga por su boca una sola palabra, así como que los coqueteos ocurren en cualquier lugar: desde una cafetería a un aeropuerto.  Es por tanto importante conocer y prestar atención a las señales que nos envían las personas cuando nos acercamos a ellas.

Y aunque es posible que esta chica esté esperando a que el joven vuelva a comprar algo durante su turno para lanzarle otra serie de señales más directas que capten su atención, lo importante no es esto, sino cuántas veces hemos perdido una oportunidad por miedo a coquetear furtivamente con la otra persona.

Etiquetas: , , , , , , ,
Publicado en coaching personal | 1 Comentario »

Mentiras piadosas

jueves, 14 octubre, 2010

La equidad, la rectitud y la honestidad son algunos de los valores que desde hace siglos se promueven en nuestra sociedad a través de la educación y la religión.  Sin embargo, el ser humano es la única especie sobre la faz de la tierra que ha integrado la mentira como parte de su vida cotidiana, siendo capaz de mentir de forma natural tan a menudo como le sea necesario.

Nuestra sociedad promueve que digamos la verdad en todo momento, pero este comportamiento es un privilegio exclusivo de niños y borrachos.  En el resto de mortales, este comportamiento tan laudable puede suponer un suicidio social para la persona porque, curiosamente, es la mentira que tanto detestamos la que nos permite vivir en sociedad de forma eficaz.

Una de las responsabilidades de nuestros padres es la de darnos las herramientas para que podamos vivir en la sociedad que nos ha tocado.  De esta forma, son ellos quienes, cuando apenas levantamos un palmo del suelo pero tenemos suficiente soltura con el lenguaje como para elaborar frases complejas y preguntas comprometedoras, comienzan a desarrollar nuestras habilidades sociales, integrando en nuestro comportamiento una serie de filtros que eviten esa sinceridad, espontaneidad y naturalidad innata en el ser humano.

Una vez integrados estos filtros en nuestro ser, la mentira aparece de forma natural en cada uno de nosotros, pero a diferencia de lo que podamos pensar inicialmente, la sociedad sólo admite tres tipos de mentira: la de sobrestima, la de asentimiento y la de omisión.

La mentira de sobrestima da sentido al principio de éxito social y así, el hombre tiende a sobrestimarse.  Aunque está obligado a escoger entre la honradez, que le manda no fanfarronear y decir con humildad lo que realmente es, el objetivo de su éxito profesional le obliga a decir a los demás que vale más de lo que realmente es.  Por tanto, nuestra sociedad acepta que no haya candidatos a un puesto de trabajo que digan que no pueden hacer las tareas que les serán encomendadas, aunque ambas partes del proceso de selección sepan que nunca antes las han realizado.

La mentira de asentimiento consiste en no contradecir nunca a quien está frente a ti, en especial si la calidad de la relación puede sufrir por esa contradicción.  Esto ocurre cuando oyes las palabras exageradas de tu suegra y haces como si no las hubieras escuchado, provocando de esta manera un asentimiento tácito.  Uno se dice a si mismo que la suegra es la suegra y que no merece la pena enfadarse con ella, porque te arriesgas a enfadarte con toda una rama de la familia y, en cualquier caso, no vas a ser capaz de cambiar su opinión.

Por último, la mentira por omisión es aquella mentira aparentemente sin importancia que desfigura la realidad no explicándola de manera exhaustiva.  Esto ocurre cuando dices que ayer llegaste tarde a casa, pero omites decir con quién estuviste.  No mientes, pero al omitir un elemento en la explicación tampoco dices toda la verdad, de tal forma que la realidad de las cosas se desnaturaliza y la verdad se pierde en el camino.  Este tipo de mentira permite que la persona mantenga la soberbia, la cual se perdería muy pronto si fuésemos honestos con la realidad.

Aunque la sociedad ha consagrado estas tres mentiras como socialmente aceptables, la mentira no es algo innato en nosotros, por lo que mientras nuestras palabras dicen una cosa, nuestro cuerpo está gritando a los cuatro vientos lo contrario, algo apreciable para el ojo experto.

Etiquetas: , , , , , ,
Publicado en coaching personal | 3 Comentarios »

Crash n burn

miércoles, 21 julio, 2010

¿Cuántas veces un hombre se ha acercado a una mujer con el objeto de entablar algo más que una conversación y ésta lo ha rechazado de manera casi fulminante?  Ejemplos de hombres que fracasan en su intento por conquistar a una mujer los encontramos cada vez que salimos a tomar una copa.

El fin de semana pasado, sin ir más lejos, tuve la ocasión de comprobar cómo tres hombres se estrellaban de forma estrepitosa al intentar abordar a una mujer que entró con sus amigas en el local en el que nos encontrábamos.  Apenas este grupo de chicas había cogido las copas en sus manos, el «macho alfa» de uno de los grupos contiguos se acercó a una de ellas por detrás, la tocó en el hombro y comenzó su discurso.  No sé lo que la diría, pero no pasaron ni treinta segundos antes de que la joven le diera las gracias por el intento y lo mandara de vuelta con sus amigos.  A los pocos minutos otro incauto, creyéndose con más suerte que el anterior, realizó una maniobra muy similar a la del primer audaz.  El resultado: idéntico al anterior.  Como la noche era joven, había poca luz, exceso de humo en el ambiente, un nivel etílico en sangre óptimo para romper la timidez y, como no hay dos sin tres, un tercer galán probó fortuna con la misma mujer y… «crashed & burned» que dicen los anglosajones.  O como diríamos por estos lares: «tocado y hundido».

Este ejemplo nos demuestra que existen hombres que no prestan atención a las señales que nos envían nuestras compañeras de juego y que, por tanto, su única diversión es darse de bruces contra una pared de hormigón armado con la única satisfacción de poder decir luego a sus amigos algo así como: «ayer entré a quince tías en toda la noche«, «es que las mujeres están locas» o «es que las mujeres no saben lo que quieren«.

Siento comunicar a este tipo de hombres que las mujeres tienen muy claro lo que quieren, y obviamente no es un «tío brasas» que las avasalla sin haber sido invitado a la fiesta.  Ellas, al igual que nosotros, otean el horizonte en busca de esa persona que llame su atención.  Una vez encuentran a ese hombre perfecto su primer instinto será el de comunicarse con él.  Para ello comenzarán de forma sutil a coquetear con el agraciado, utilizando las técnicas de comunicación no verbal más ancestrales: una tímida mirada, una inocente sonrisa, o tal vez una mirada un poco más coqueta que nos permita detectar que está interesada en nosotros.

Si detectamos esta comunicación, la pelota está en nuestro tejado.  Las mujeres ahora esperan encontrar a ese hombre seguro de si mismo que no tenga miedo de andar esos diez metros que los separan para recoger su premio.  Sin embargo, llegado este momento, hay hombres en los que se paralizan.  Son incapaces de dar ese primer paso.  Su miedo inconsciente al fracaso, a ser rechazados por la otra persona, los hace que se aferren a su pinta de cerveza, perdiendo así una gran oportunidad.

Obviamente hay otros con la autoestima por las nubes quienes, aunque ven el riesgo de perder algo si fracasan, han analizado bien las señales enviadas y caminan la distancia que los separa con una sonrisa arrebatadora en su cara.  Una vez estamos a su lado, las mujeres esperan encontrar a ese hombre simpático y divertido, que las haga reír, y con la suficiente imaginación para distanciarse de las típicas preguntas como «¿perdona, creo que me estabas mirando?«.  Seamos espontáneos, comencemos con algo fuera de lo normal sin que esto tenga que ser grosero, la grosería la podemos dejar para la alcoba si es lo que nos gusta a ambos en un momento de lujuria.

También es importante tener en cuenta que las mujeres no quieren al típico hombre que salta de flor en flor.  Las mujeres quieren sentirse especiales, quieren ser la flor elegida de entre todas las que se encuentran en el jardín.  Para ello el hombre deberá estar atento a las señales que va recibiendo de todas las mujeres que allí se encuentran, buscando esa sonrisa o esa mirada de complicidad y así, al final, decantarse por aquella cuyas señales hayan sido mejor decodificadas.

Otra cosa a tener en cuenta es que las mujeres son muy asustadizas.  ¿Cuántas veces nos hemos aproximado a alguna amiga por detrás y la hemos dado un susto de muerte sin nosotros quererlo?  Por tanto, si ya de por si es importante no asustar a nuestras amigas ¿cuánto más importante será no asustar a la mujer que queremos conquistar?  Para evitar esto, siempre nos deberemos acercar de cara a esa mujer con la que queremos contactar por primera vez.

Otro punto a tener en cuenta es que, si bien es cierto que a todos nos puede gustar una caricia, hay que tener las manos a buen recaudo durante los primeros diez minutos de conversación.  Pasado este tiempo podemos tocar ligeramente a la otra persona en su zona neutra – entre el hombro y el codo de su brazo – para mostrar nuestro interés por ella, pero nunca con el ánimo de «meterla mano» o «sobarla«, ya que ellas detectarán esa sutil diferencia y nos alejarán de su lado.

Aunque ser un verdadero maestro en el arte de la seducción nos puede llevar un tiempo, estas sugerencias nos pueden permitir iniciar relaciones allá donde vayamos con la persona que nos interese, tal y como le ocurrió a un amigo el otro día en la piscina.  A los pocos minutos de estar tumbados al sol este amigo detectó que una chica que paseaba junto al borde del estanque para el baño le miraba.  Después de varios paseos arriba y abajo para cerciorarse de que mi amigo la había visto, la chica en cuestión comenzó a interactuar por medio de su comunicación no verbal.  Primero una sutil sonrisa, luego un guiño, más tarde le sacó la lengua, así como otro tipo de acciones que mostraban su interés.  Después de un tiempo comunicándose en la lejanía ella y su amiga se acercaron y pusieron sus toallas cerca de las nuestras.  Al final de la tarde la interesada le dio un trozo de papel a nuestro amigo en el que le indicaba claramente su dirección de correo electrónico y su número de móvil para que la llamara y pudieran quedar otro día.  El resto ya es parte de la historia personal de este amigo.

Etiquetas: , , , , , ,
Publicado en coaching personal | Comentarios desactivados en Crash n burn

Estereotipos

jueves, 15 julio, 2010

La forma en la que nos acercamos a otras personas, en la que damos la mano, el tono de voz con que hablamos y, en general, todo nuestro lenguaje corporal, es un factor clave que determinará la primera impresión que causamos a los demás.  Esto puede hacer que un encuentro tenga los resultados deseados o, por el contrario, otros totalmente opuestos y desastrosos.  Y lo peor de todo esto es que no existen segundas oportunidades para crear una primera impresión.

Los estudios demuestran que durante los primeros cuatro minutos de conocer a una persona nos formamos el 90% de la imagen, o idea, sobre ella con carácter inmutable.  Esto es lo que se define como estereotipo, y una vez te han colgado el sambenito es muy complicado quitártelo de encima.

Puede parecer que esta acción de estereotipar a las personas es algo que muy pocos de nosotros hacemos, sin embargo, cada vez que pongo mis ojos en una persona nueva la escrutinio de tal forma que llego a formarme un juicio sobre ella, juicio éste que puede llegar hasta el punto de censurar y desaprobar las acciones que pueda realizar dicha persona.  Nosotros hacemos esto, y la gente lo hace con nosotros.

Puesto que nosotros estereotipamos a las personas que nos rodean y ellas lo hacen con nosotros, lo más positivo es no crearse un juicio sobre esa persona hasta que se la conozca un poco más en profundidad, e incluso en ese momento no es recomendable el realizar juicios sobre ella, ya que como he indicado antes, estos juicios provocan una censura sobre la persona en cuestión que puede hacer que nuestra relación vaya por el camino menos deseado.

De esta forma es importante tener en cuenta que una persona limpia y aseada, con la cara bien afeitada y una buena sonrisa dan una imagen de buena persona.

Por el contrario, aquellos varones con bigote o barba son percibidas inicialmente como los villanos de las películas, ya que el pelo sobre su rostro impide que las personas de su alrededor perciban las señales que muestra su cara.  Para compensar esta situación es necesario que la persona sonría, hable y diga algo a las personas que la acompañan, toque en la zona neutra -entre el hombro y el brazo- y salude dando la mano.

De igual manera, una persona con gafas es percibida como una persona inteligente, estudiosa, seria y confiable.  Por lo que en el entorno de trabajo las gafas le pueden hacer a uno más inteligente y confiable que a otras personas que no las llevan.

Por su parte las personas con pelo gris o alopécicas son percibidas como personas de alto estatus.  Y por último, las personas cuya ropa no está bien conjuntada o no está limpia dan sensación de personas descuidadas, como si de un vagabundo se tratara.

De todo esto se desprende que las primeras impresiones son importantes, pero que no hay que crear juicios prematuros sobre las personas si no las conocemos un poco más.  Asimismo podemos aprender que antes de ir a una entrevista de trabajo debemos tener en cuenta algunas de las cosas indicadas en los párrafos anteriores para no ser considerados como personas descuidadas o poco profesionales.

La comunicación no verbal no sólo tiene una importancia vital en nuestras vida porque es el 93% de nuestra comunicación, sino también porque puede dar una imagen totalmente opuesta a lo que realmente somos, y la energía que necesitaremos para quitar esa imagen preconcebida será excesiva comparada con la que tenemos que hacer en un primer momento para preparar nuestro primer encuentro con la otra persona.

Etiquetas: , , ,
Publicado en coaching ejecutivo | 1 Comentario »

Fracaso escolar

viernes, 2 julio, 2010

El fracaso escolar es la palabra que más se oye en los corrillos de padres y profesores durante estos días en los que salen a la luz las notas globales del curso.  De hecho, no es raro ver por los pasillos de los colegios a padres con cara de preocupación hablando con tutores y orientadores para saber qué tienen que hacer este verano con sus vástagos para que pasen de curso en septiembre.

La responsabilidad de los padres puede que no sea preocuparse por sus hijos, pero es esta la que hace que acudan a los centros de estudios para informarse y averiguar qué es lo que han hecho mal nuestros futuros líderes.  Las respuestas que ofrecen los profesores y orientadores parecen estandarizadas, como sacadas de un manual: «no presta atención en clase«, «no se organiza«, «no se planifica«, «se distrae con facilidad» y alguna otra que denota que el alumno es un vago o incluso una persona conflictiva.

Esta imagen de zángano puede verse reforzada si el joven ha tenido durante los últimos meses un profesor particular cuyos comentarios finales han sido del tipo: «no trabaja lo suficiente«, «no hace todos los ejercicios«, «no se concentra» o cualquier otra frase que denote falta de esfuerzo o interés por parte de su discípulo.

Las soluciones que suelen ofrecer los tutores y orientadores en este tipo de situaciones suelen ser también muy estandarizadas: «necesita organizarse«, «necesita planificarse«, «necesita hacer un esfuerzo» y cualquier otra que indique que debe ponerse las pilas durante los próximos meses.  En algunos casos sugieren que el joven sea supervisado por una tercera persona, ya sea un profesor particular o en una academia.

Sin embargo, lo curioso de todo esto no es escuchar lo que los padres y profesores tienen que decir sobre el joven protagonista, sino el papel que este adopta de forma casi involuntaria mientras se encuentra en esa situación y a la que nadie presta atención.

El protagonismo está claro que es del alumno, ya que es el responsable de haber suspendido y quien debe recuperar en pocos meses.  Sin embargo, éste queda relegado a un segundo plano, bien junto a los padres con cara de despistado como si la escena no fuera con él; bien detrás de sus progenitores, escondiéndose de la lucha dialéctica; bien sentado un nivel por debajo, demostrando de esta forma un subordinamiento e inferioridad frente al resto de personas; o bien, en el peor de los casos, rompiendo a llorar debido a la alienación de los padres.

Los jóvenes no fracasan en sus estudios porque sí.  Las razones pueden ser múltiples y variadas, pero siempre suele haber algo detrás que hace que se depriman, que no quieran estudiar, que prefieran evadirse con sus juegos evitando así la realidad.  Lo bueno de todo esto es que estos pequeños adultos tienen una capacidad increíble para cambiar y estar funcionando de nuevo al 100% en menos tiempo que lo haría un adulto.

No hay que desesperar en estos casos, pero si coger el problema a tiempo, bien utilizando la ayuda de un psicólogo o la de un coach que ayude al joven a establecer sus objetivos, aumentar su motivación, hacerse responsable de sus estudios, desarrollar su concentración y disciplina, aprender a planificarse y organizarse, al tiempo que encuentra un equilibrio entre el estudio y la diversión que permitan que sea un buen líder en el futuro.

Etiquetas: , , , , ,
Publicado en coaching personal | 1 Comentario »

Buscando los límites

lunes, 14 junio, 2010

La búsqueda de límites es algo que hacemos de forma natural desde pequeños.  Al principio con nuestros padres y familiares, a quienes hacemos mil y una diabluras buscando el límite de lo que podemos hacer o no con cada uno de ellos.  Después son nuestros juguetes, a los que realizamos interminables pruebas de destrucción hasta llevarlos al colapso total y, por tanto, a la basura.  Con el paso de los años seguimos experimentando con la bicicleta, los patines o cualquier otro deporte que nos llame la atención, llegando de esta manera los primeros golpes y roturas de alguna extremidad.

Como podemos ver nuestra vida se desarrolla en una búsqueda continua de los límites de las cosas.  Sin embargo, puede que el ser conscientes de que todo tiene un límite, hasta la vida tiene su fin, sea lo que nos nubla la vista y nos impide ver con claridad nuestros límites personales.  De esta forma hay ocasiones en las que apuntamos a objetivos tan altos que con los recursos que tenemos en ese momento es difícil alcanzarlos, viviendo así en un continuo fracaso que nos puede llegar a frustrar de forma permanente.

Por ejemplo, hace unas semanas tuve la oportunidad de hablar con una persona sobre su nuevo objetivo profesional.  De entrada todo parecía correcto, ya que éste había sido creado siguiendo escrupulosamente la metodología para identificar un buen objetivo.  Sin embargo, tal vez fuera la discordancia entre sus palabras y su comunicación no verbal o quizás que la realidad de esta persona no se ajustaba a la realidad económica y social del entorno que había descrito minutos antes, pero algo no cuadraba en la ecuación propuesta.  Al indagar un poco más sobre el tema, esta persona se dio cuenta de que el objetivo que había identificado no era del todo realista, ya que no había tenido en cuenta sus limitaciones personales.

Hace unos días me encontré con un caso parecido.  En esta ocasión se había pedido a una persona que trazara un plan de acción para conseguir el objetivo marcado.  El plan de acción creado no tuvo en cuenta las limitaciones personales por lo que a los pocos días la persona no soportó la presión que ella misma se había impuesto y tuvo que definir un nuevo plan de acción en el que se tuvieran en cuenta dichas limitaciones.

Estos casos son una pequeña muestra de lo que puede ocurrir cuando alguien no conoce sus límites.  El no conocer nuestros límites y querer demostrar algo a alguien puede hacernos saltar como un jabato y decir «eso lo puedo hacer yo en dos minutos«.  La mala noticia es que ese impulso positivo no es tanto una creencia potenciadora que nos permitirá conseguir nuestra meta, como una niebla que nos impide ver cuáles son nuestras limitaciones reales y qué podemos hacer con los recursos que tenemos, lo cual nos puede llevar inexorablemente al fracaso.

En el trabajo también es importante conocer las limitaciones de aquellas personas que forman parte de nuestro equipo para evitar el fracaso del mismo, aunque sin llegar a los extremos de un directivo con el que coincidí hace unos años y cuya frase preferida era: «te exprimiré hasta que te haga sangrar«.

Si bien el objetivo que estaba detrás de esa frase no era otro que el buscar los límites de cada uno de sus empleados para que estos fuesen los más eficientes de la empresa, la frase en sí denota cierto sadismo.  De igual manera las tácticas utilizadas para conseguir su objetivo no fueron las más apropiadas, ya que estas provocaron un aumento de la rotación y de las bajas por estrés de la plantilla.

Cuanto mejor nos conozcamos a nosotros mismos más realistas podremos ser y, por tanto, seremos capaces de elaborar planes de acción más ajustados a la realidad que nos permitirán conseguir nuestros objetivos.  De igual manera es importante buscar los límites de nuestros subordinados y colaboradores para saber hasta qué punto podemos seguir retándoles con nuevas propuestas sin que el estrés que soportan colapse su sistema nervioso y terminen en su casa de baja o totalmente desmotivados en una esquina de la oficina.

Etiquetas: , , , , , ,
Publicado en coaching personal | 3 Comentarios »

Quiero comunicarme

lunes, 26 abril, 2010

En ocasiones nos acicalamos con alguna prenda de vestir que nos hace sentirnos bien, que realza alguna de nuestras cualidades físicas o que por lo menos disimula ese kilito de más que hemos ganado durante el pasado invierno.  Acto seguido salimos de casa con el objetivo de divertirnos y comunicarnos con aquellas personas con las que nos topemos en el camino.  Sin embargo, al finalizar la noche volvemos a nuestra casa cabizbajos, con las manos en los bolsillos y un amargo sabor a derrota provocado, en gran medida, por no habernos comunicado con esa persona que llamó nuestra atención.

Si, es posible que seas de esas personas que están deseosas por charlar con otros seres humanos, que estés esperando a que te hagan una pregunta o te den pie para iniciar una disertación sobre alguno de los innumerables temas que tienes almacenados en tu cabeza, sin embargo, nadie se acerca, nadie te habla, y no es porque vayas con harapos ni tu cara esté desfigurada, porque incluso en esos casos la gente se podría acercar para preguntarte dónde compraste ese andrajo o para darte la dirección de un cirujano plástico que hace maravillas.

Para que alguien se acerque a charlar con nosotros, o bien nosotros tener la puerta abierta para iniciar una conversación con otras personas, lo primero que tenemos que recordar es que nuestros gestos, posturas y miradas suponen un 55% de nuestra comunicación.  Así podemos llamar la atención y atraer sutilmente a la persona que nos cae en gracia con una sonrisa y una dulce mirada que diga «me gustas, acércate, quiero hablar contigo» aunque ésta se encuentre al otro lado de la barra; o todo lo contrario, alejarla dándole la espalda y mostrando así que no queremos saber nada de ella cuando está a punto de iniciar la conversación.

Una vez tenemos a esa persona junto a nosotros y vamos a comenzar a hablar, es importante tener en cuenta el tono, la velocidad y el volumen de nuestra voz, la cual supone un 38% de nuestra comunicación.  Por ello, un simple «qué ojos más bonitos» dicho con un tono grave, pausado y susurrándolo al oído puede ser mucho más eficaz que una frase original dicha deprisa, con timbre agudo y vociferando.

Las palabras, a las que damos tanta importancia, sólo suponen un 7% de la comunicación, por lo que podríamos hablar en klingon (lengua creada por Marc Okrand para los estudios Paramount Pictures) y aún así enamorar a la persona que tenemos frente a nosotros.  Ahora bien, si ambos hablamos el mismo idioma, está claro que algunas personas prefieren a individuos que sean creativos y tengan conversaciones originales aunque estas no sean en klingon.

Por lo tanto, la próxima vez que te sientes en una terraza tómate un tiempo para ajustar tus gestos, tu mirada y tus posturas a lo que realmente quieres transmitir a las personas que pasen frente a ti. Y cuando comiences una conversación acomoda el tono de tu voz, la velocidad y el volumen a lo que quieras manifestar.

Etiquetas: , , , ,
Publicado en coaching personal | 6 Comentarios »

La armadura

martes, 23 marzo, 2010

Desde el periodo egipcio, hace más de 5.000 años, hasta el siglo XVII, en el que se perfeccionaron las armas de fuego, los ejércitos protegían el cuerpo de los combatientes que salían a luchar en el campo de batalla con vestiduras compuestas por piezas metálicas o de cuero. Hoy en día las batallas se libran en las oficinas de grandes multinacionales, en los despachos de abogados o en las salas de reuniones de cualquier empresa y, aunque ninguna de las partes alza en alto una espada, seguimos protegiendo nuestro cuerpo con armaduras que eviten que nos lesionen.

Una de las armaduras más típicas que encontramos en nuestros días son los elegantes y caros trajes de lana virgen. Esta prenda de vestir parece ser el armazón de los ejecutivos, que junto con sus maletines de cuero y sus decenas de aparatos electrónicos de última generación conforman el conjunto de piezas que les da sostén y les protege.

Estos soldados de Armani parecen cambiar su comportamiento normal al de combate al anudarse la corbata o abotonarse la chaqueta, como si de un resorte automático se tratara, modificando así la percepción de las personas que tienen a su alrededor con su imagen de frialdad y egocentrismo que, al fin y al cabo, sólo pretende protegerlos de las agresiones externas.

Así, en nuestro día a día nos encontramos con personas que se jactan ante sus semejantes de decisiones que han tomado con sus empleados, decisiones en algunos casos vergonzosas, y que parecen seguir la filosofía de «la mejor defensa es un buen ataque«, lo cual les otorga una falsa sensación de poder y de satisfacción temporal.

De igual manera uno se puede encontrar con personas que intentan «sacar hasta la última gota de sangre» de sus empleados utilizando para ello métodos similares a los de Clint Eastwood en la película «el sargento de hierro«.  Estos métodos, que pueden salvar la vida de un combatiente en una situación bélica real, no tienen ningún sentido en un entorno de trabajo. No obstante toda esta dureza y crueldad muchas veces confirma el desconocimiento que tienen algunas personas para gestionar sus propias emociones y algunas creencias obsoletas del tipo «cuanto peor trate a mis empleados, mejor jefe soy» o «cuanto más miedo me tengan, más respeto me tendrán«.

Asimismo podemos tropezar con personas cuya comunicación no verbal se modifica de forma drástica cuando se enfundan la cota de lana virgen cada mañana. Esta comunicación no verbal aleja de manera sutil y sin apenas mediar palabra a las personas que se acercan, aunque vengan de forma pacífica y no tengan intención de atacar su fortaleza.

Las razones por las que cada persona actúa de una forma u otra son diversas, pero hay que tener en cuenta que las personas tenemos tendencia a protegernos cuando nos sentimos agredidos o cuando sentimos miedo ante las cosas, ya tengan estos un carácter racional o irracional.

Dentro del plano profesional estas agresiones pueden darse cuando tenemos la creencia de que debemos enfrentarnos a nuestros superiores, o que debemos defendernos de nuestros subordinados. No son pocas las ocasiones en las que podemos escuchar «debo defender mi posición» o «debo defender lo que han dicho mis jefes frente a los demás«.

Este enfrentamiento continuo supone un desgaste muy importante para la persona, en especial para aquellas que no tienen las herramientas necesarias para gestionar de forma más apropiada y eficaz estas situaciones. En algunos casos podemos ver que esta lucha con el superior puede venir ocasionada por una carencia infantil de reconocimiento paterno, un reconocimiento que ahora buscamos de forma inconsciente en nuestros superiores. Así, cuando no reconocen las ideas que he propuesto y, en general, no me reconocen como persona, comienza el enfrentamiento. Esta lucha puede ocasionar en más de una ocasión tensión entre las partes y, en el peor de los casos, terminar con un «me han despedido«.

Por ello es importante buscar esos miedos irracionales que hacen que cada uno de nosotros nos enfundemos cada mañana esa pesada armadura. Según nos enfrentemos a ellos seremos capaces de hacerlos desaparecer y, por ende, ir quitando capas de ese pesado armazón de acero que nos permitirá movernos con más libertad, ahorrando una energía que podremos utilizar para gozar de la compañía de nuestros seres queridos al terminar el día.

Etiquetas: , , , , ,
Publicado en coaching ejecutivo | Comentarios desactivados en La armadura